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Los establecimientos del ocio nocturno vuelven a estar en la diana. Han sido los últimos en abrir y serán los primeros en cerrar si la tendencia en los contagios de covid-19 no cambia pronto.

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Un grupo de bares del puerto de Maó se quiere adelantar a los acontecimientos, para poder trabajar plantean que se les permita prohibir el acceso a los no vacunados. Hay que recordar que en Balears todavía el baile es cosa del pasado y que la hora de cierre es a las dos de la madrugada. Como estamos cansados de ver, la gente quiere más, demasiado encierrro ha provocado que el botellón se generalice. A los propietarios de estos bares de ocio nocturno les han llovido las críticas por querer distinguir entre vacunados y no vacunados, pero lo cierto es que un negocio privado siempre ha colgado el cartelito de ‘reservado el derecho de admisión’ sin que indaguemos más en su verdadero significado. Y ese derecho no puede ser un capricho del propietario sino que debe estar en una lista autorizada por la administración competente. Eso es lo que ahora pretenden estos empresarios, que se les reconozca la autorización a vetar a los no inmunizados.

Ya de entrada la propuesta no parece viable cuando vacunarse, hasta que el Gobierno no diga lo contrario, es voluntario. Por otro lado, el mayor problema es que al coronavirus le da igual estar o no en la lista de invitados, si quiere entra. Por desgracia para estos locales, cuyo interés en avanzarse al problema y buscar soluciones después de 16 meses de pandemia no se puede criticar, es que una primera dosis no protege de la variante más contagiosa que ya circula por Menorca, la delta. Los vacunados pueden igualmente padecer la enfermedad, aunque sea más leve, y contagiarla, por tanto a priori no parece que abrirles solo a ellos el acceso sea una solución. Aún así otros países lo van a intentar. El viernes Francia reabrirá discotecas sin mascarilla y con aforos reducidos, solo para vacunados o negativos en el virus. Habrá que ver cómo avanzan estas experiencias.