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Lo de siempre al uso y costumbre habría sido después de lanzar algunos globos sonda cambiar algún ministro, si me apuran a dos, pero es que ahora el Presidente ha cambiado la fórmula de anunciar una crisis gubernamental o por mejor decir, ministerial. De una atacada le ha enseñado la puerta a medio gobierno. Siempre es de buen comprender que un entrenador mande a la ducha a un jugador, y ponga a otro en su lugar, que, piensa le dará mejor resultado; pero si un entrenador cambia de golpe a medio equipo, debería empezar por asumir en sala de prensa que se equivocó cuando convocó el equipo del que ahora ha cambiado a la mitad. Juegan los jugadores que él quiere que jueguen; un cambio tan numeroso, ni es lo habitual ni por supuesto responde a un gobierno idóneo. Lo comentaba con un ‘nota’ que ni corto ni perezoso me soltó como una andanada verbal -pues casi lo hace bien, mire usted si no hubiera sido porque acto seguido se le olvidó dimitir él-.

Recuerdo el principio de su legislatura con un equipo que apenas le ha durado medio partido. Yo me imagino que cuando un presidente se ve obligado a tener que mandar sustituir a medio gobierno, no será porque haya tenido una mala noche o porque le ha dado un ‘tabardillo’, supongo que habrá consultado con alguien de su confianza lo que pensaba hacer. No veo una reunión de gobierno para de pronto abrir la caja de los truenos y decir que piensa cambiar medio equipo ¿Con quién consultó el Sr. Sánchez una situación así? El personal siempre vive esos y otros acontecimientos como quien sobrevive en medio de una espesa nebulosa. «Hay que gobernar para el pueblo pero sin el pueblo»; esa es una verdad más antigua que mear en la pared, y a propósito ¿qué ha sido del Sr. Iglesias? Pasó de la nada a ser vicepresidente del gobierno, con la misma gracia que pasó de vicepresidente a la nada más absoluta. Esas son cosas que se conoce que no conviene explicar al personal, es por ello que aquí nos pasamos largas temporadas en el limbo, en el limbo de los idiotas.

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Nos necesitan para que les votemos, el pueblo les vota para sentirse libre y luego, la mayoría resultante gracias a nuestros votos, ya nos irán prohibiendo lo que creíamos que nos hacía libres. Los políticos en su inmensa sabiduría deciden lo que podemos y lo que no podemos saber. Creen que no somos capaces de gestionar bien nuestra libertad, ellos la gestionan por nosotros que no hemos intervenido en la industria de quitar y poner ministros, y lo que es más de lamentar, cuando sucede y sucede en todos los gobiernos, que la voz del pueblo señala un cargo ministerial como incapaz para el despacho que ocupa, rarísima vez será cambiado, porque «gozo del afecto del presidente. ¿Tiene o no tiene la cosa narices?

¿Somos o no somos en democracia el pueblo el encargado de elegir un gobierno? ¿A qué pues esas nubes de misterio? ¿Para cuándo será el día de considerarnos mayores y que no se nos oculten las cosas que ahora los políticos gestionan a su manera sin contar con el pueblo en absoluto?