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Te pones a escuchar algunas noticias de las que se comentan en televisión y te puede dar un «parraque». Larga el excomisario Villarejo y ello ya es para hacérselo mirar.

Ahora resulta que este personaje agridulce, sabe del rey emérito y su vida hasta lo que no está escrito. Ya no es que parle de Rajoy o la Cospe, ahora ha esparramado su ponzoñosa verborrea hasta alcanzar de lleno al mismísimo rey emérito. No se ha andado por las ramas, respetando la líbido ajena. Ahí ha hecho mangas y capirotes. Rufián se mostró astuto y le hizo repetir lo que afirmaba para que no quedara duda que al emérito le pusieron hormonas femeninas para controlar la líbido ¡Pues sí que estamos apañados!

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Ahora va a resultar que hemos estado gobernados por un rey que tenía una fortuna por aquí y por allá, más propiamente dicho en paraísos fiscales, y, además por lo largado por el excomisario, estaba con la líbido como un palomo en un tejado.

No comprendo como el Sr. Villarejo en sede parlamentaria, ante una comisión política en la que se encontraba Gabriel Rufián largó todo lo que largó, y vaya usted ahora a ponerse a atar cabos sobre la veracidad de tan turbio asunto, que si lo dicho fuera verdad, más nos vale que Dios nos pille confesados; pero si es una burda mentira, al tal Villarejo, deberían de meterlo en un lodazal durante unos meses con la mierda hasta el morro. La libertad de expresión es una cosa y el descrédito, la ofensa, el perjurio es otra muy distinta, no sé hasta donde el tal Villarejo está libre para enmierdar con su verborrea hasta al mismísimo rey de España.    Por cierto, cuando las bocas andan desatadas respecto al emérito, me viene a la memoria, de cuando este decía que «todos somos iguales ante la ley». Siendo generosos hasta puede que sí, pero una cosa es que todos seamos iguales ante la ley y otra muy distinta, es que la ley sea igual para todos. Según a quien se está juzgando, diríase que la ley se ablanda o se endurece, es como las jurisprudencias, que bien aplicadas pueden ser de una importancia capital porque cumplen la función de sentar un precedente de cómo debe de ser interpretada una norma jurídica, y a partir de ese momento, tiene la función de ser un marco de interpretación que guíe a los jueces sobre cómo interpretar esa misma norma en casos similares, como ese episodio que nunca acabo de comprender del todo, cuando hablan de un juez elegido por unos o por otros, y al día siguiente ves al de las puñetas, recién elegido, en un periódico, donde no sé cómo se las arreglan para ponerle un cuño como «progresista» «bajo perfil técnico» «conservador» «bueno» ¿Pero esto qué es? Para mí tengo que un juez es aquel que está facultado para aplicar la ley, ley que debe estar recogida en nuestro ordenamiento jurídico. En consecuencia no puede hacer mangas y capirotes a su libre albedrío, sus sentencias tienen que estar ajustadas a derecho, y el derecho es nuestro ordenamiento jurídico. Así que todo eso de ser un juez progresista, conservador o de bajo perfil técnico, a mí me descompone, porque ya no sería aquello de «todos somos iguales ante la ley», lo fundamental más bien sería, que fuera la ley la que fuera igual para todos, podríamos decir que los jueces fueran igual para todos y que lo diferente fuera el delito cometido. Pero leyendo lo que leo y escuchando lo que escucho, resulta que con el mismo delito, con un juez puede salir absuelto y con otro, puedes ir a la cárcel de cabeza.   

Siempre me costó muchísimo entender estas cosas y otras parecidas. Ahora por ejemplo, tenemos una jueza que los socialistas han aceptado, pese a que fue recusada en el caso Gürtel por su vinculación con el PP, otra jueza ha sido aceptada, aunque comentan cercana al PSOE. En fin, que quieren que les diga, con estos ejemplos es difícil atar cabos.