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Una imagen recurrente de la infancia en los veranos de Alaior para el que suscribe es la de un hombre conduciendo una mobylette a diario, con dos enormes sacas de pieles con las que se confeccionaba el calzado a ambos lados del portabultos del ciclomotor, subiendo por la calle des Ramal, entonces llamada Calvo Sotelo.

Otra fotografía grabada de aquellos tiempos la constituyen las hormas de madera del calzado sobre las que trabajaban con exquisita destreza los zapateros en la fábrica Timoner España, al lado de la casa familiar, como en Pons Quintana o Pons Timoner, ubicadas todas en el centro del pueblo. También supone un recuerdo visual el aspecto que tomaban aquellas calles a las 13 horas cuando todos los obreros salían al mismo tiempo para marchase a comer. Asemejaba aquello una procesión, que realizaba el camino inverso solo dos horas después.

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Seguro que los más veteranos alaiorenses disfrutarán con la colección de artículos y maquinaria del sector utilizados durante el siglo anterior que se expondrán en la primera planta del remozado convento de Sant Diego, gracias a la cesión de Selec Balear, una organización de fábricas de calzado de Mallorca y Menorca.

El pasado que une Alaior, Ciutadella o Ferreries, principalmente, con esta industria se va a convertir en un nuevo reclamo para darse un paseo por el pueblo. Esa exposición en un espacio histórico que, además, tiene vínculos con el gremio puesto que en sus añejas celdas del primer piso se trabajaba en aquellos años la bisutería y se cosían pieles de forma artesanal, supone otro motivo más para acentuar el dinamismo local que persigue el actual equipo de gobierno. Y es que más allá de las irreconciliables diferencias con la oposición, pocos pueden discutirle al alcalde, José Luis Benejam, y su grupo, la búsqueda de alternativas para promocionar el pueblo. Y esta, la de acoger una muestra de un oficio tan arraigado en Alaior es un claro ejemplo de ello.