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El presidente del Consejo Económico y Social de España es Antón Costas, un profesor universitario de Política Económica, que presidió entre 2013 y 2016 el Cercle d’Economia de Barcelona.

Hombre respetado y escuchado por sus propuestas cargadas de sentido común, acaba de afirmar que «el progreso y la prosperidad no pueden implicar decrecimiento, porque es posible crecer de manera sostenible medioambiental y socialmente». Es su valoración de la futura ley turística de Balears, que el Govern Armengol ha aprobado como decreto-ley, y que ahora ha de ser debatida y tramitada en el Parlament.

Proclama Antón Costas que «el turismo es la industria más estable que puede tener un país», y pone como ejemplo que puede desaparecer la industria automovilística antes que la turística, porque es como la industria de la felicidad». Pero es necesaria gestionarlo de manera que sea sostenible en términos sociales y medioambientales.

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En esta línea añade con decisión que «la idea de crecimiento es socialmente necesaria; no me gusta el término decrecer porque no concibo el progreso social sin crecimiento».

La reflexión del profesor Costas, cuya tesis doctoral dirigieron Fabián Estapé y Ernest Lluch, va más allá al afirmar que es partidario de un «crecimiento bondadoso» el progreso y la prosperidad requieren crecimiento, y este puede conseguirse de manera sostenible». Planteada la cuestión, ¿ha de emprender Balears la senda del decrecimiento, que entra en contradicción con una sociedad que aspira al progreso, el bienestar y la prosperidad?

El autor de «Laberintos de la prosperidad», que Antón Costas publica con Xosé Carlos Arias, nos interpela al plantear que si queremos eliminar la rabia que anida en las sociedades y que alimenta la polarización política tenemos    que retornar a la prosperidad para todos que hubo a partir de los años de la posguerra. En lugar de decrecer.