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De pequeño todo era más fácil queridos lectores, me explico después del punto y seguido. Siendo niños veíamos una película del oeste por la tele y quedaba muy claro que los indios eran malos malotes y los del Séptimo de Caballería eran unos héroes con un precioso traje azul. Nos dio por crecer un poquito, y por darle al interruptor del pensamiento crítico, y la división nítida entre buenos y malos se fue al carajo, supimos que los del bonito traje azul eran unos alcohólicos que tenían el genocidio como hobby, y que los indios, que también tenían sus salvajadas culturales, eran los que llevaban viviendo en esas tierras desde tiempos inmemorables y fueron prácticamente exterminados, o expulsados a reservas donde se les dio alcohol y la licencia de un casino para que no molestaran más.

Pues bien, hasta hace una semana no tenía ni idea de donde estaba la región de Dombás, ni tampoco sabía que era una de las regiones más inestables del mundo, ya ven, mi ignorancia geopolítica es tan brutal como la ausencia de ética y moral de una presidenta que permitió que su familia se enriqueciera mientras dejaba morir a los ancianos hacinados en las residencias que eran de su competencia. Por lo tanto, más allá de que tengo claro que en las guerras siempre mueren inocentes, y que los verdugos siempre salen impunes, y que si hay un camino justo, si es que lo hay, solo puedo ser el del pacifismo, mi opinión sobre la guerra de Ucrania vale lo mismo que la promesa de un rey, o que los consejos sobre alimentación que nos de cualquier directivo de McDonald.

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Claro que sé que Putin tiene la cabeza llena de mierda ultranacionalista y es un sátrapa de tomo y lomo, de hecho la ultraderecha patria tiene vínculos de amistad muy cerquita del Kremlin, qué sorpresa verdad, todavía quedará algún trasnochado que se piense que Putin es comunista, los bobos son una especie muy resistente. Claro que sé, también, que Ucrania ha tenido gobiernos corruptos, y que también hay una parte del país que se inclina por ideas ultranacionalistas que no se diferencian mucho de las del resto de la ultraderecha europea. Claro que sé que el tema del gas tiene que ver en todo esto, y que la OTAN es un chiringuito militar a la mayor gloria del Tío Sam y sus lobbies de armas. Y sé también que lo primero que muere en una guerra es la verdad, y más en nuestro país donde el 80 por ciento de la información está en manos del grupo Planeta y del señor Berlusconi, todo ello salpicado por unos cuantos bancos y    unos cuantos fondos buitre que reparten su propaganda sin pudor, ríos de bazofia informativa a la mayor gloria del sistema neoliberal imperante.

Menudo cacao, y ahora vamos con nuestra bocaza a cualquier barra de bar a soltar gilipolleces sobre esta guerra, lo mismito que podemos hacer sobre los volcanes, las pandemias, la alineación de la selección de futbol, o la última parida que ha dicho el invitado al programa de las hormigas de trapo que con tanta frivolidad blanquearon al líder de un partido que sigue al pie de la letra el manual de Goebbels.

Lo más fácil sería meter la cabeza bajo tierra cual avestruz, sin embargo, aquí seguimos como un puñetero topo, cavando túneles, haciéndonos preguntas, con la esperanza de que algún día, una de esas galerías construida con mucho esfuerzo nos acerque a alguna fuente de luz. Pero tampoco me tomen muy en serio, fijo que soy un bobo más, solo que en lugar de soltar mis paridas en la barra de un bar lo hago cada semana escribiendo un artículo. Feliz jueves.