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Hace unos pocos años los diputados de algunos partidos de izquierda como Podemos o Més per Mallorca entraron en los parlamentos vistiendo camisetas como signo de rebeldía y cercanía con las personas corrientes. Hoy, sin embargo, podríamos decir que ir desaliñado es imitar el estilo de los megamillonarios

Dos periodistas especializados en el mundo de la moda, Beatriz Serrano y Kylie Cheung han llamado la atención sobre la desidia con la que visten algunos de los superricos de nuestro tiempo. Señalan, por ejemplo, la indumentaria de Mark Zuckerberg, el todopoderoso patrón de Facebook y Whatsapp, que suele aparecer en público con sudadera gris con capucha, pantalones negros y zapatillas deportivas, como si fuera un estudiante del Ramis i Ramis, o la vulgaridad de la forma de vestir de Elon Musk, dueño de Tesla, a quien se le suele ver con camiseta negra o gris, vaqueros y bambas, como un hombre de la masa.

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En su «Guía del perfecto caballero», el escritor americano Glenn O’Brien apunta que la reducción de los criterios en el vestir ha simplemente permitido a los hiper-ricos esconderse más fácilmente entre nosotros y observa que Bill Gates se parece a un profesor de instituto mientras que Steve Jobs viste como un jardinero o Jeff Bezos parece un pescador de truchas.

Por fortuna muchos jóvenes y mujeres, sobre todo, son una excepción y mantienen interés por la moda que, usada con gusto, estilo e inteligencia, aporta un elemento de riqueza y color a la vida social y al paisaje ciudadano. Sin los placeres superficiales, la vida nos abrumaría con su peso.