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¿Cómo están queridos lectores? Que levante la mano el que no está ahora mismo sudando. Yo por si acaso las dejo bajadas, que a pesar de la ducha y el desodorante no me fío de mi sobaco. La cosa está que arde literalmente, realmente lo que sorprende es que aún queden bosques para quemar. La Tierra desde hace años está literalmente en llamas, desde Australia a California, pasando por el Amazonas o Galicia, y ahora Castilla y León, Extremadura y Andalucía. Arden miles de hectáreas una vez y otra, drama repetido. Sabemos que faltan medios para que esto no pase, pero año tras año se recortan las inversiones en la prevención de incendios forestales y después nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos los vídeos de los animales asfixiados, o de los equipos forestales extenuados a niveles inhumanos, no aprendemos.

Vale, somos tontos de capirote, y ya hemos aceptado que el futuro del planeta será como en la película «Mad Max», los pocos supervivientes que queden malviviendo en desiertos estercoleros, y un diminuto grupo de sicópatas manejando las escasas reservas de agua. Veo más difícil cambiar el rumbo de este destino que encontrar aparcamiento en Cala Galdana, la cosa esta más complicada que evitar que nuestra Menorca muera de éxito. El camino para evitar la distopía que se nos viene está más jodido que encontrar una hamburguesa vegana que esté buena, o que conseguir que un rey se quite la corona de forma voluntaria.

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Madre mía, deben estar los negacionistas del cambio debajo del aire acondicionado refrescándose las neuronas, que bien les va a todos los sátrapas neoliberales el rollito de jugar en este tema, como en todos, a la desinformación y los fakes más burdos para aumentar dividendos, pero si hasta el próximo mundial de fútbol se jugará en ese país barra dictadura barra sartén barra «me paso los derechos humanos por el forro del mi turbante» llamado Qatar. Y si han muerto miles de currantes barra esclavos para construir esos estadios de lujo porque trabajaban a 50 grados de temperatura a mí que más me da, el día de partido llamaré a Mierdapizza y que un esca(Glo)vo me traiga la cena mientras grito «A por ellos oe…». Miren, muere un hombre del servicio de limpieza de Madrid por un golpe de calor, y su alcalde no escribe ni un tuit de condolencia, como él mismo dijo, textualmente: «seremos fascistas, pero sabemos gobernar…». Nada más que añadir señoría, que aún no han derogado la ley mordaza y opinar se ha convertido en un deporte de riesgo.

Otro síntoma, el enésimo, de nuestra estupidez intrínseca, es el penúltimo timo piramidal que se ha caído con todo el equipo, el de la venta de marihuana. La honrada y buena gente (ironía) de JuicyFields estafó a miles de personas de todo el mundo prometiéndoles pingües beneficios con la venta de las plantas favoritas de Bob Marley; muchos picaron por aquello tan antiguo de que la avaricia rompe el saco, ¡sorpresa!, lo han palmado todo.

Creo que me he salvado por tres motivos, el primero es porque, como ya saben, soy más del lúpulo que de la marihuana, el segundo es porque no tengo un euro para invertir, se me va todo en vivir y en cerveza artesana que no es poco y el tercero es porque creo en las personas pero no en la gente, y menos aún en los algoritmos. No quiero cerrar sin darle de nuevo las gracias a mi fiel compañero, el ventilador de techo, sin él este artículo no hubiera sido posible y la vida sería muchísimo más dura. Ojala refresque. Feliz jueves.