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La promoción inmobiliaria iniciada el 2007 en los terrenos situados frente al antiguo lloc Sa Coma de Ciutadella, se reemprenderá, catorce años después de quebrar y haber sido abandonada. Consta de 28 viviendas adosadas distribuidas en dos fases. La primera, que consta de doce inmuebles, ya está empezada, quedó a medio construir, y ahora se concluirá. Después, durante el 2023, se acometerá y ejecutará la segunda fase con 16 casas más.

El estallido de la burbuja inmobiliaria paralizó esta promoción al quedar los promotores sin liquidez, sin financiación y sin potenciales compradores.

Catorce años después, el escenario económico cambia a medida que se desvanecen los ecos de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, aunque se pronostican meses de difíciles de inflación y desaceleración. Otros promotores -Serveis Inmobiliaris Professionals, de Barcelona- con empresarios catalanes vinculados a Menorca reanudan el complejo residencial de Sa Coma. Estas viviendas, ¿o serán mansiones?, se pondrán a la venta a un precio de 750.000 euros, que sus inversores justifican al ofrecer una superficie de 300 metros cuadrados en tres plantas, plaza de aparcamiento y ascensor particular.

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Naturalmente, esta cifra está al alcance de pocas personas y contadas familias. Y conseguir los recursos financieros no es empresa fácil. A estas 28 maravillosas viviendas, que marcarán estatus social, solo podrán acceder ciudadanos adinerados, que -aún está por escribir- en su mayoría no serán menorquines.

El lujo y la opulencia de estas casas contrasta con las dificultades de quienes esperan comprar una casa en Menorca a precio asequible para vivir con dignidad; aquellos que quieren formar una nueva familia, o que aspiran a emanciparse.

Los contrastes se acentúan y el sufrimiento para acceder a la vivienda se ha convertido en el primer problema social al causar exclusión y discriminación.