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13-X-22, jueves

Distendida charla con un restaurador de éxito, estupefacto ante lo que él entiende como una especie de campaña orquestada sobre una masificación turística que, según él, no ha sido para tanto. Me toca oficiar de abogado del diablo para defender a «Es Diari» de lo que él considera «titulares tendenciosos» que abonarían la tesis de la saturación esgrimida por la izquierda econacionalista, con su tufillo antiturístico a cuestas. Mientras tanto, entre la sociedad civil, el asunto va por barrios, aunque las quejas por la congestión turística son predominantes.

14-X-22, viernes

La apertura del nuevo curso en el Ateneo es el aldabonazo que señala no solo el comienzo de las actividades culturales de la temporada sino el fin del verano, el comienzo de la melancolía otoñal, aquellos sanglots longs des violons de l’automne blessent mon coeur d’una langueur monotone de Verlaine que Tomeu Gili recordaba con su habitual ingenio literario todos los años por estas fechas (¡cómo se echan de menos sus artículos entre tanta soflama!). La última vez que lo visité hace unos meses estaba leyendo la novela de un amigo. Aproveché para dedicársela.

15-X-22, sábado

Formidable día de playa en S’Arenal d’en Castell. Buena temperatura, sol deslumbrante y agua tolerablemente fresquita. La Menorca tardo veraniega suele conceder estas gratificaciones. Todavía hay que estar al acecho: puede caer alguna más.

18-X-22, martes

Nunca he podido entender lo de las «enmiendas a la totalidad» que a veces se esgrimen el mismo día que se presentan los presupuestos (sin prácticamente  tiempo de echarles una ojeada). Y suponiendo que se los hayan leído en una noche de cafelitos y anfetaminas, ¿cómo es posible que la oposición, cualquier oposición, porque lo hacen todas, no encuentre ningún aspecto aprovechable?, ¿es creíble empeñarse en que todo, todo lo que propone el gobierno sea absolutamente deleznable?

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Veo en directo y con interés el debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el Senado que, con menos agresividad de lo habitual, alcanza cierta altura, aleluya. Me quedo sin conocer las propuestas de los conservadores, más allá de la susodicha enmienda a la totalidad, me hubiera interesado saber lo que ellos hubieran hecho en parecidas circunstancias (pandemia, guerra, crisis económica, erupciones volcánicas, etcétera), y sobre todo me deja en ascuas sobre el qué harían ahora con los impuestos después del fiasco británico con sus rebajas a los más acomodados que nuestros «liberales» tanto elogiaban…

También me acuerdo de Josep Pla cuando en una visita a un New York iluminado preguntaba aquello del «I tot això qui ho paga?», mientras el presidente Sánchez desgrana su retahíla de crecientes e incesantes inversiones públicas. Parece que  muchas de ellas son necesarias y bien encaminadas para proteger a los más vulnerables, pero ¿cómo se van a pagar? El problema de la izquierda siempre ha sido el de contabilidad (deuda pública, mayormente). El de la derecha, su creencia de que el poder le corresponde por ley natural.

22-X-22, sábado

El alcalde socialista de Vigo defiende el dispendio que conlleva la magna iluminación navideña de su ciudad, posible récord en el estúpido torneo entre ciudades por ver cuál es la que más ilumina, en suma, quién gasta más, quién dilapida más energía. No, señor Abel Caballero, no se trata de encender su aquelarre lumínico una hora más tarde de lo habitual, es que no procede tal despliegue de watios, durante tantas semanas, dado el panorama energético. Cuatro luces testimoniales un par de semanas antes, por la cosa del comercio y prou, salvo que lo pague de su bolsillo el señor alcalde. ¿O no se dan cuenta de cuál es la situación?

25-X-22, martes

Harto de políticos grotescos (Trump, Bolsonaro, Boris Johnson, Salvini, Orbàn, el inefable Putin, etcétera) por mucho que les voten a mansalva, abogo desde este humilde rincón por una revolución gris, por la irrupción de políticos/as aburridos pero previsibles que nos dejen vivir sin sobresaltos o por lo menos, con los justos. Aunque al angloindio Rishi Sunak, nuevo primer ministro británico, dista de emanar del pueblo llano (le salen las libras esterlinas por las orejas), luce discreto, gris; todo parece indicar que no va a romper vajillas. No es poco.

28-X-22, viernes

Cuarenta años ya del gran triunfo socialista en las elecciones generales de 1982, con el sello de su carismático líder Felipe González, cuya presidencia  se prolongaría catorce años, en los que acometió múltiples reformas, tranquilizó a la milicia y selló la plena incorporación de España a la Comunidad Europea. Dotado de una hipnótica oratoria zozobró con el tema de la corrupción y con el llamado terrorismo de Estado, que mancharía el final de su brillante trayectoria política. Comparar a Felipe y sus coetáneos tanto del PSOE como de la UCD, gentes preparadísimas y escrupulosamente demócratas, con la clase política actual, da grima.