TW

Los dedos y las ideas, piensas que es mejor dejar de hacer lo que estabas empezando y esperar que llegue otro momento que te conduzca al final. Cuando he empezado a escribir éste artículo en miércoles al son del frío recién llegado, he notado que las yemas de mis dedos iban al    mismo compás que mis pensamientos. No es que tenga nada contra el frío extremo es más, me encanta que haya llegado para que de verdad nos coloquemos en la estación que nos corresponde.    Estos bruscos cambios meteorológicos también animan a que critiquemos al frío y alabemos a las pasadas cálidas temperaturas sin acordarnos que por entonces era completamente al revés. Que quieren que les diga, yo soporto mejor el frío que el excesivo calor, con abrigarme    más solucionado,  tal vez los que más padezcan estos bruscos cambios sean los árboles frutales que verán paralizadas sus tempranas yemas.

Noticias relacionadas

Esta mañana mi amigo Cristóbal de Tramontana ha querido practicar conmigo un acto de caridad. Como estaba    yo en su portal y llovía, me ha ofrecido un paraguas que cuando lo he abierto la mitad de las varillas estaban rotas y solo he podido cubrir la mitad de mi cuerpo.    Debo decir que me lo prestó con la mejor de las intenciones desconociendo su estado y que por consiguiente su acto de caridad queda a salvo, no así mi empapada otra mitad de mi cuerpo. Este frío que te hiela por dentro me pide un buen tazón de humeante caldo, de ese que la cuchara casi te despelleja la lengua, de ese caldo que con gusto invitaría a más de uno y de cien cada vez que por sus bocas lanzan dardos y serpientes, de esos que también te dejan helado pero más por dentro que por fuera.