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Ring, ring… - Buenos días, ¿está la señora ministra? - Sí.
- Puede ponerse? Dígale que soy el coronel Herrero.

Uns pocs segons després:

- Buenos días, mi general. ¿Qué se le ofrece?
- Sólo coronel, ministra, sólo coronel, que hay que respetar el escalafón.
- Bueno, ¿continúa la invasión francesa, en Menorca?, ¿qué tal por la Isla?
- Con novedad en el frente, señora Margarita.
- Vaya, no me asuste, que llevo una semanita que para qué contarle.
- Nada, que los de la CGT han pedido autorización para hacer un homenaje a Salvador Seguí.
- ¿Y este quién es? ¿No será familia de los Seguí de Maó-Mahón?
- No lo sé, ministra. En el Google no lo pone.
- A ver, qué pasa Víctor Manuel.
- Nada, que el Seguí ese era un anarquista, sindicalista, que lo asesinaron los pistoleros de la patronal el 1923.
- Me sorprende, general. Será pistoleros a secas.
- No, que en la Wikipedia pone, abro comillas, «el pistolerismo fue una práctica que tuvo lugar en España durante el reinado de Alfonso XIII, particularmente entre 1917 y 1923, utilizada principalmente por empresarios, que consistía en contratar pistoleros y otros ‘matones’ para matar a destacados sindicalistas y trabajadores, para así frenar sus reivindicaciones», cierro comillas.
- Bien, después de esta salvedad, dígame en qué puedo servirle.
- Nada, que no sé si decirles que sí o que no. Por tanto, lo que usted ordene, ministra.
- Nada, Víctor. Decídalo usted. Yo ya tengo bastante enviando tanques a Ucrania y haciéndome la longui con los de Podemos y la Sexta, por no hablar de Polonia.

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A l’endemà

- Buenos días, ¿está la ministra? Soy el mismo de ayer.
- Le paso.
- Hola Herrero, ¿qué tal? Supongo que bien.
- ¿Bien? ¡Qué va! Ahora dicen que soy un represor de la libertad de expresión. Dicen que en la Mola dejamos celebrar bodas, bautizos y comuniones, pero no homenajes según a quien.
- Nada, general. Usted aguante, que más aguantaron en la defensa de Madrid o de Toledo, que hay que hacer equilibrios con esto. En unos días se habrán olvidado.
- No crea, ministra. Que el tal Camarero es cabezota, que debe ser el cabecilla, ahora entra una petición para celebrar una boda civil en la Mola. No puedo decirle que no, pero uno de los contrayentes se llama Salvador Seguí y eso me huele a chamusquina, creo que nos la quieren dar con el carrito del ‘helao’. Además, el susodicho Camarero es escritor y ya sabe que los escritores son gente preocupante.
- No es dar, mi general, es pillar con el carrito del ‘helao’. Bueno, si se ponen así, deles usted el permiso y ya está.
- No le quiero faltar al respeto, señora ministra. Pero ya sabe que los oficiales somos duchos en estrategia. Lo que va a pasar va a ser esto: capítulo uno, dos puntos, damos permiso a la CGT y hacen el homenaje a ‘el chico del azúcar’; capítulo dos, nos pide permiso el general y Joan Huguet para hacer un homenaje en la Mola a los oficiales asesinados por los republicanos el agosto del treinta y seis; capítulo tres: nos piden permiso los memorialistas y comunistas para hacer un homenaje a los republicanos ejecutados en la Mola a partir de 1939; nos pide permiso el alcalde de Alayor para hacer un homenaje a la legión, y así sucesivamente. Señora ministra, creo que voy a dimitir.
- Víctor, del ejército no se dimite. Usted a aguantar el tipo, como hacemos todos. Porque ahora vendrán los de Podemos en el Congreso y me van a poner verde a mí. Ánimo, amigo Víctor, ánimo…

Tot és pura fantasia.