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Marketing e ingeniería social. Para vender, todo vale. Quieren mantenernos entretenidos, acobardados o cabreados. Por eso, cuando se avecinan elecciones se pone en marcha la colosal maquinaria electoral, con sus campañas de captación y propaganda que cuestan ingentes cantidades de dinero. Sabemos por experiencia que la publicidad puede ser engañosa, a la vez que altamente efectiva. Permanezcan atentos a la pantalla.

Las agencias y asesores de imagen de los partidos políticos y sus líderes ya trabajan a destajo para convencer al posible votante. Por eso, oímos hablar de nichos de voto. Aunque nicho sea un término que asociamos a los cementerios, resulta que también hay nichos ecológicos, nichos de mercado o de pobres votantes desprevenidos.

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Otro término que resulta apropiado es caladero de votos. Tiene relación con la pesca (de ahí, las redes sociales) pero cambiando los peces por votos dentro de la urna.

Mujeres, jóvenes, pensionistas… Colectivos diferentes son la diana de las sugestivas promesas y fantásticos eslóganes que servirán para inclinar mayoritariamente la mano hacia la papeleta apropiada. Generalmente se utiliza lo del palo y la zanahoria. Mensajes en positivo junto a advertencias amenazantes en caso de votar al adversario. Elige entre el paraíso o el apocalipsis. El líder tiene que convencer pero, sobre todo, no meter la pata. Sigue siendo genial aquello de «Busque, compare, y si encuentra algo mejor, vótelo».