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Transcurre, sin sobresaltos y con más desafección ciudadana que pasión, la campaña -mansa y apacible- para las municipales y autonómicas del 28 de mayo. En juego quienes gobernarán en los ayuntamientos, el Consell y el Govern los próximos cuatro años. Hasta mayo de 2027.

Las encuestas sobre aquello que más inquieta y preocupa a los menorquines, no sólo su intención de voto, recogen ganas de cambio. Otra cosa es que la potencia y este deseo se transformen en acto, aplicando la vía tomística, con otros equipos de gobierno de distinto signo político en las instituciones.

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En Menorca, Susana Mora seguirá desempeñando la presidencia del Consell o será relevada por Dolfo Vilafranca. Y en Balears, Francina Armengol completará un ciclo de doce años en el Govern, al añadir un tercer mandato, o será Marga Prohens quien protagonizará la regla de oro de la democracia: la alternancia. En estos comicios, los menorquines tendrán diez candidaturas menos para elegir porque El PI desaparece del escenario insular, Vox obtiene representación y naufraga Ciudadanos. Actuará d’Hondt.

Todos los escenarios están abiertos y de ahí los nervios de quienes gobiernan, porque no es tanto que gane la derecha como que pierda la izquierda. La inflación y la vivienda pasarán cuentas al PSOE y a Podemos. También a Més, que durante esta legislatura no quiso entrar en el segundo Govern Armengol. Y a nivel local pesan los nombres y apellidos de los candidatos, especialmente de los número 1. De ahí que alguno se haya refugiado en el segundo puesto.

El cambio político en Menorca no es fácil, porque exige revertir el 8-5 con que se impuso la izquierda (4 PSOE, 3 Més y 1 Podemos) en mayo de 2019, aunque el PP de Coya Sugrañes fue la lista más votada. El tiempo y resultado marcan el 7-6; sigue ganando la izquierda. Pero aún falta mucho para el 28-M. La pregunta clave: ¿estamos mejor que hace cuatro años?