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Creo que era Gary Cooper quien estaba solo ante el peligro en la película del mismo nombre, titulada en inglés «High Noon», que viene a ser «Mediodía» (nada que ver). Luego fue Debbie Reynolds quien estuvo sola ante el peligro, pues así titularon en español la película «The second time around» que ella protagonizaba, título que podría traducirse como «La segunda vez» (de nuevo el título traducido no tiene nada que ver con el original). Así cualquiera. Podemos presumir de inglés y cuando le dicen a uno «You’re an asshole» (gilipollas) traducir: «Dice que eres un genio». De hecho vi alguna vez a ciertos picadores burlarse de las extranjeras a base de traducir mal. Ellas preguntaban, por ejemplo: «How do you say handsome?» (¿Cómo se dice guapo?) Respuesta: «Hijo de…». Luego ellas se iban al guapo en cuestión y le llamaban «Hijo de…» eso. Guapo ante el peligro. Es como lo de «Lea el prospecto y consulte al farmacéutico»… (que estará encantado de venderle el producto) Otra soledad. Solo en farmacias. No importa que se trate de dentífrico, crema facial o tinte para el pelo que puede comprarse en cualquier perfumería. Más soledades: la de los cines. En tiempos, los cines estaban llenos a rebosar. Algunas películas había que verlas en el gallinero, donde cuando salía el actor alguien gritaba, «Fulanito de tal», porque se parecía a un vecino, y todo el mundo se reía. Y cuando había una escena de suspense todo el mundo decía «chist» porque alguien hacía ruido pisando las cáscaras de los cacahuetes. Ahora no, ahora las películas son «Solo en cines» porque la competencia de internet ha dado al traste hasta con los videoclubs y el cine se consume en casa, comiendo una pizza, como el fútbol o la larguísima transmisión televisiva de las fiestas de San Juan en Ciutadella. No es la soledad del corredor de fondo, es la soledad de los tiempos modernos, con permiso de Chaplin.

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Estas soledades me llevan a pensar en los monopolios más o menos encubiertos que sufrimos todos. Recuerdo que hace algún tiempo existía el «impuesto al sol», que detuvo la instalación de placas solares durante cierto tiempo. Ahora el fenómeno es el contrario. Pronto llevaremos todos una placa solar en la espalda. ¿Es que antes hacía menos sol? No, alguien nos privaba de las ventajas de no tener que depender del petróleo, que debe de ser otra soledad, la soledad del consumidor de a pie, o la causa de que haya ricachones en Rusia, un país donde a mí me enseñaron que todos eran igual de pobres.