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Salimos de unas elecciones y nos metemos en otras. Nos vamos a aficionar a las campañas electorales. Después de votar, también debería haber ‘jornada de reflexión’. Pero no nos dejan. El contundente resultado de las municipales y autonómicas es un rechazo claro al sanchismo y a Sánchez propiamente dicho. Así que ahora como castigo, nos quieren fastidiar las vacaciones. Hay una inmensa mayoría constitucional en España y la desaparición de Ciudadanos y Podemos sugiere un cambio de ciclo. Se ha dicho basta a la radicalidad y el rupturismo. Hay que ver cómo cambia el panorama de un día para otro.
Volvemos a la crispación, la polarización y el dramatismo de jugarnos cosas demasiado serias en muy poco tiempo. El narcisismo del presidente le impide captar el nítido mensaje que ha recibido de forma masiva. Incentivando la baja participación, aspira a mantenerse en el poder. Veremos qué harán los socialistas críticos con su hiperliderazgo.

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Despreciar la realidad o deformarla según nuestros intereses suele pasar factura. Un mal diagnóstico agrava la dolencia y equivoca el remedio. Por eso, es imprescindible definirse y rechazar la deriva autoritaria, incluyendo la compra de votos o la difusión de mensajes de miedo que, de momento, no han funcionado.

Esta vez no va de derechas o izquierdas. Visto lo visto, nos jugamos un modelo de país, de Estado y de democracia. En Madrid lo han entendido y hasta los rojos votan a Ayuso.