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¿Cómo están queridos lectores? Imagino que si son hombres, blancos, heteros, con una cómoda posición económica y cero empatía más tranquilos que el resto. Yo muy tranquilo no estoy -y lo digo como hombre, blanco, hetero que no se puede quejar de su situación económica- si vuelven a apalizar a miembros del colectivo LGTIBQ+ al grito de «maricón». Contentos no estamos si niegan el terrorismo machista. No vamos a tirar cohetes de alegría si atacan al feminismo, porque no seremos realmente libres y completos hasta que las brechas de derechos y deberes, las reales, entre hombres y mujeres desaparezcan. Puede que a mí no me toque directamente toda esta ola nazi y censora que sufrimos, porque no soy inmigrante, ni mujer, ni homosexual, ni pobre… aunque espera, igual me toca de lleno por tener trazas ideológicamente anarquistas y por ser un bocazas. Saben qué, es un privilegio que un nazi te odie, porque si les cayéramos bien es que algo estamos haciendo rematadamente mal. Vayan a ver la última de Indiana Jones donde el protagonista suelta una frase sublime: «hay demasiados nazis», pues eso profesor Jones que tiene usted toda la razón del mundo.

De todas maneras no queremos que este articule deje un sabor amargo de boca. Tenemos que ser positivos, comer aguacate con semillas de chía para desayunar y hacer mindfulness una vez al día. Hay que ser feliz para ser un ganador, no esperes que la vida te sonría, sonríele tú a la vida, cree en ti mismo y persigue tus sueños, ¡claro que sí guapi! Que vienes reventada de fregar escaleras y que con el dinero que ganas no te da para pagar el alquiler y te va a desahuciar un fondo buitre apoyado por una panda de nazis descerebrado a los que invita a su programa Ana Rosa, da igual, tú tienes que mirar el lado bonito de las cosas y dar gracias porque el médico te receta Diazepan como si fueran Lacasitos.

Que tienes que esperar un año para que te vea un especialista y mientras tu tumor crece a su bola, o que tu hijo no puede ir a la Universidad porque no hay dios que pague la pasta de la matrícula, y lo del ascensor social se va a la mierda, no te preocupes lo mas mínimo, controla tu respiración, descálzate en la acera y conecta con la Pachamama, ella te guiará por la senda de la sanación y la sabiduría.

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Que los que manejan los hilos siguen robando a manos llenas y te explotan nivel plantación de algodón, tú relájate, ponte en modo control de las emociones y aplica tu resilencia a tope. Que no puedes respirar porque el aire tiene más veneno que un batido de cianuro con plomo, y que el planeta se va al carajo a toda velocidad, tú escribe tus agradecimientos en un diario, pon tu mente en frecuencia positiva, mándale un wassap a tu coach y bájate la aplicación Happify (existe de verdad) que te guiará con la sapiencia de un algoritmo diseñado por miles de puñeteros expertos en psicología positiva.

Han convertido la felicidad en un bien de consumo y en un negocio millonario. Ahora el sistema no es una mierda, la mierda soy yo que no consigo «triunfar». Ya no surgen revolucionarios que se cagan en un sistema injusto y explotador, surgen resignados deprimidos que se autoinculpan y se autoexplotan mientras repiten mantras de la perversa psicología positiva. Enfadarse es necesario. Indignarse vale la pena. Muchos se preguntan porque arden algunas calles de París, pero tal como se está poniendo la cosa, la pregunta adecuada sería ¿por qué no están ardiendo todas las calles del mundo? Lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com