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La erosión de gobernar no le ha pasado factura al PSOE, tampoco al PP del que saben sus votantes que no le queda otra que coaligarse con Vox, que no es poca cosa precisamente.    Por cierto, Vox ha dejado fuera de la urna 19 diputados de aquellos 52 que llegó a tener, y, mire usted Sr. Abascal, cuando un partido da la campanada sin saber muy bien ni el cómo ni el porqué, plantándose con medio centenar de diputados, se puede considerar un partido emergente,    o por lo menos, que conecta lo que predica con lo que el votante quiere oír, que tampoco es tan difícil.    Lo primero, se trataría de cumplir las promesas que se le hacen.    El votante está harto de que le mientan, el votante, Sr. Abascal, no pide promesas, le bastan con los hechos: más cordura, mejor armonización    de tanta oficina, tanto despacho, tanto coche oficial, tanto personal de confianza, y, luego a la mínima, si el barco empieza a dar bandazos, no saben enderezar el rumbo.    Para colmo, parece ya algo habitual que los mareantes de alguna embarcación no pasan de ser neófitos. Por eso, la mayoría de las veces, la zozobra de un barco no se debe solo al mal tiempo, a la navegación le hace más daño una mala tripulación que    una mala «tramuntanada».

¡Bueno! Tenemos singladura nueva, aunque no tenemos aún la tripulación, asunto que no hay que echarlo a barato, porqué me barrunto que vamos a seguir navegando por un mar lleno de abrollos, con una tripulación, repito, en algunos casos son poco menos que neófitos.    El oficio de la buena política    les es desconocido, de tal manera que pueden «liarla» como se lió con una Ley mal comprendida, no alcanzando a discernir que a veces conviene echar el ancla, y no es solo porque la Ley esté mal, simplemente    hay que reforzar la cabuyería que asegura que el «trapo» que el barco enarbola no nos va a meter en apuros.

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Se acordarán ustedes de cuando en este país nuestro, las elecciones mayormente, eran cosa de dos partidos, socialistas y derechas.    Ahora también es cosa de dos partidos, pero en ese mar por donde se navega, hay un sinfín de interesados que también han llevado su barco pequeño o grande al agua, de manera    que ganar unas elecciones    con un número ajustado de «mareantes» no puede ser ni de lejos suficiente, porque para el caso, aquí también tiene mucho que decir aquel saber que nos advierte que la unión hace la fuerza.    En ese ejercicio conviene cultivar la amistad, lo contrario, como tratar de mentiroso al oponente, menoscabar sus facultades a «la caña del timón» no sirve, porque de lo que mayormente se trata es de aunar fuerzas, no de darse de «cachetadas verbales», que lo único que hacen es eternizar el tiempo de formar gobierno, de manera que estando así las cosas, solo faltaría que los entendimientos se pusieran imposibles, porque podríamos estar desbrozando el camino que llevaría a unas nuevas elecciones, donde no por eso, las aguas pueden venir más calmadas.

A la Sra. Doña Cuca    Gamarra, la tarde-noche de las elecciones del 23J, le oí    decir que Feijóo había ganado las elecciones, se le olvidó un pequeño detalle, para ser justos, quedaba someterse a la aritmética parlamentaria, porque ese ganar de Feijóo, me recuerda la victoria de Inés Arrimadas en otras elecciones.    Hay que equilibrar la prepotencia que a ustedes, Sra. Gamarra les ha jugada tantas veces tantas malas pasadas.