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Los núcleos de ‘hortals’, que proliferaron en Menorca durante las décadas de los 80 y 90, con pasmosa rapidez en el municipio de Ciutadella, se han convertido en una pesadilla para las administraciones de la Isla.

Estas construcciones en suelo rústico se han consolidado y hoy acogen la vivienda habitual, o la segunda residencia, de numerosas familias de Menorca. Al mismo tiempo, han motivado la incoación de expedientes disciplinarios con sanciones en unos casos, órdenes de demolición en otros.

En los edificios construidos hay partes que se pueden legalizar, en función de criterios oscilantes -vaivén marcado por los cambios electorales- según quién ejerce el gobierno del Consell. Estos criterios, sobre los que no hay consenso político, también pueden determinar la ilegalización de la superficie que exceda la autorizada.

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En resumen, un marrón enorme donde se combinan las cuestiones urbanísticas y de ordenación del territorio, con el uso vivienda, la dotación de servicios -electricidad, agua potable, recogida de basuras...-, el mantenimiento de los accesos, la salubridad y las normas de convivencia entre los vecinos.

Hasta ahora no se ha hallado, ni aplicado, una solución que resuelva, con carácter general, esta problemática tan menorquina. En dos décadas solo se ha conseguido la regularización de dos núcleos de ‘hortals’. Camp Sarc, en Sant Lluís; y Binicalsitx, en Ferreries. Un hecho que pone el acento en la casuística diferenciada de cada zona.

Al tomar posesión, los nuevos alcaldes y el nuevo presidente del Consell vuelven a encontrar, sobre la mesa, los mismos expedientes calientes de los núcleos de ‘hortals’. Algunos llevan construidos, y habitados, hace más de cuarenta años.

Es el momento de aplicar soluciones, porque carece de sentido demorar este viejo asunto. A no ser que se desee mantener en la ilegalidad y la alegalidad a todos los que allí viven.