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1- Las razas marcan territorio. Así lo dicen al menos los racistas referido a la población que lo ocupa. Hace unos días leí que en 1934 se publicó el «Manifiesto por la preservación de la raza catalana» (de Josep Vandellós y Pompeu Fabra, de la Sociedad Eugenésica Catalana). Su contenido venía a advertir de que el crecimiento demográfico descontrolado e indiscriminado podría llegar a evitar que Cataluña fuera algún día independiente.

El Plan de Estabilización de 1959 alentó que dos millones de trabajadores de otras partes de España se asentarán en Cataluña. Fueron los despreciativamente llamados charnegos’ los que con su trabajo y esfuerzo, levantaron la economía catalana de la post guerra. Cuando Jordi Pujol comandaba y se enriquecía a costa de esta región siempre hablaba del famoso «som sis millions». Si los estadísticos de la Generalitat no fallan ahora ya son 8 millones de habitantes. La inmigración habida en estos últimos años ha sido espectacular (en una tierra dicha oprimida) hasta el punto de que hoy el 30% de habitantes del padrón de la ciudad de Barcelona son ciudadanos no nacidos ni tan solo en España, sino provenientes de la inmigración. Según la misma Generalitat y el INE la población en Cataluña aumentará en torno a las 100.000 personas anuales hasta el año 2035. De continuar así, en 2050, con casi 10 millones de habitantes, la estirpe autóctona será minoría étnica en la región.

«La confluencia de flujos migratorios y la decadencia del saldo vegetativo de la población local (uno de los bajos de Europa), obsesiona al independentismo» (J.G. Domínguez, «The Objetive»). El    Procés del 2017 se deslegitimó por falta de personal dispuesto a independizarse. Y por miedo a la Europa democrática y a la soledad internacional. Faltó clientela suficiente. Una minoría hiper politizada no puede decidir por una mayoría que solo está preocupada por trabajar y vivir lo mejor posible sin anhelos supremacistas o racistas. Así, y curiosamente, el desarrollo económico de la región impedirá su independencia. Conviven nuevas etnias, la raza se extingue y el tiempo corre en su contra. Por eso Sánchez es ahora la última oportunidad del nacionalismo radical antes de que sea demasiado tarde.

2- Esta semana pasada se ha producido una polémica típica de nuestra Isla que surge cuando la obcecación sustituye al sentido común. El nombre de una Feria ha levantado pasiones hasta el punto de que unos comerciantes (solo son eso, hombres de comercio), aprisionados en sus obsesiones,  se han puesto en evidencia rechazando participar en una Feria del Libro por motivos estrictamente políticos. Presionar para evitar/prohibir la convivencia de compartir demostraciones culturales de las lenguas oficiales de la isla, es un sinsentido y una forma de cerrazón mental que les incapacita para formar parte del mundo de la cultura.

Hay que preguntarse ¿reivindicar la exclusividad del uso de una sola lengua en una tierra bilingüe no es una estrafalaria cacicada reaccionaria? ¿Por qué esa tirria en no querer amparar a todos los escritores que puedan haber en la isla, tanto los que escriben en barcelonés, como los que lo hacen en español o como los que también lo hacen, aún a escondidas, en menorquín, esa forma underground proscrita en el debate público de la isla? ¿Por qué no puede haber una única Feria del Libro, sin más aditivos ni calificativos? ¿Por qué ese insistente desbroce del español en la literatura menorquina? Ya tuvimos suficiente cuando el IME renegó de publicar a autores menorquines que escribían en español. ¿Por qué esa querencia por un corsé cultural ridículo? Al final tanto en Menorca como en el resto de Balears se venden más libros en español que no en barcelonés.

Alguna vez hemos recordado que Menorca tiene dos lenguas autóctonas (si es que alguna lengua puede serlo cuando no lo es para todos sus ciudadanos), el menorquín y el español (y aquí, en estos escritos, siempre añadimos también que lo es el inglés que se habla con toda naturalidad en muchos hogares menorquines).

El problema de la discriminación lingüística es una actitud de racismo cultural. Solo unos iluminados pueden pretender imponer una lengua en exclusiva, la que hacen suya, que no tiene por qué coincidir con ser la lengua de todos. La elección de lengua es una parte de la libertad del individuo (de ahí que algunos se opongan a ella). Ni los territorios ni su historia tienen lengua única, la tienen los ciudadanos que lo habitan y la viven.

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Pontificar que el barcelonés es la lengua propia de la isla es una solemne burricie. ¡Cómo retumba aún aquel error, inmenso error,  del primer Gobierno Cañellas que nunca será olvidado ni perdonado por tal ignominia!

Sí, ¿por qué esa voluntad de soliviantar, de despreciar, de avasallar y separar a los que, libres e iguales en querencias y voluntades,  no escriben aquí en ‘barceloní’, esa modalidad forastera? ¿O creen que el español es lengua impropia de la isla? ¿Creen que hay menorquines propios e impropios? ¡Vaya por Dios! Bien, ya vemos como el racismo cultural va avanzando hacia el precipicio de la realidad. I s’hi fotran de cap.

Notas:

1- La mundialmente famosa ex modelo francesa Inés de la Fressange y su marido Denis Olivennes, un importante hombre de negocios (FNAC, Le Nouvel Observateur, Libération…), ex de Carla Bruni,    han estado en Menorca mirando propiedades para comprar. Han visto cinco casas.

2- ¿Fue un error destinar a Jorge Campos (VOX) a Madrid?

3- ¿Por qué algunos califican de ultras a los constitucionalistas de VOX, y de menorquinistas a los catalanistas -separatistas de Més? C’est vraiment incroyable.   

4- Magníficos los dos escritos de Lucas Pons Bedoya reivindicando el uso de nuestro menorquín. Enhorabuena.

5- Mi sentido pésame por el fallecimiento de Amelia Briones. Una gran mujer y una gran madre que enviudó muy joven pero que supo sacar adelante a sus cuatro hijos. Descanse en paz.