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En un ameno e instructivo ciclo sobre Economía, impartido en el Ateneu de Maó por el eminente profesor Alfredo Pastor, partimos de la Economía como ciencia inexacta y acabamos proponiendo crear o reactivar comunidades para alumbrar un sistema que no sea tan insostenible ni autodestructivo.
En tiempos de aglomeraciones, redes sociales, masificación, información adulterada, consumismo feroz, individualismo exacerbado y borreguismo inducido… echamos en falta lo comunitario, la búsqueda del bien común y esos lazos interpersonales que nos humanizan, dándole así un sentido más generoso y gozoso a nuestras vidas.

Esto nos lleva hasta una especie de radiografía de la sociedad actual: sale invertebrada y corrosiva de aquellas instituciones que ayudaban a crear redes humanas y amplios consensos comunitarios. La soledad empieza a ser una plaga terrible, que aumenta con la incomunicación y el egoísmo. Desde la niñez a la vejez, va creciendo y empeorando con la pobreza.

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Erich Fromm dijo que la fuente de toda angustia es la ‘separatidad’ o estado de separación. Sentirnos aislados o rechazados es un miedo profundo y una triste realidad a la que debemos hacer frente. No nos resignemos.

Nos relacionamos con hologramas, consumimos viajes como churros, nos apuntamos a sectas con un enemigo común, cada uno va a lo suyo y parece que todo está en venta. Demasiadas soledades para seguirnos llamando sociedad.

Es muy triste hablar y oír solo el eco.