Parlament de les Illes Balears. | Archivo

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Yo diría que el mensaje que pronunció el Rey Felipe VI, la víspera de Nochebuena, está inspirado en un reflexión profunda de la situación atormentada y tormentosa en que se encuentra hoy España, debido a las políticas erráticas del Gobierno «Frankenstein» y a la ausencia de oposición leal y responsable, que está más pendiente en marcar diferencias entre ellos que en unir esfuerzos y hacer causa común con el objetivo de revertir la situación creada por el Partido Sanchista, Oportunista y Esquizofrénico (actual significado de la siglas PSOE), liderado por el adanista Pedro Sánchez.

Me dio la sensación que el Rey, a su manera, reprodujo las palabras de Miguel de Unamuno: «Me duele España, soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo».

Precisamente por eso, porque Felipe VI es español sobre todo y ante todo; porque se siente español por vocación y profesión; porque es el que encarna todos los poderes del Estado para que estos, los poderes del Estado, cumplan cada uno con su función; sin interferencias, sin intermediarios, y sin más sujeción que a la Ley, a la Constitución y al Estado Democrático, Social y de Derecho.

El Rey nos deja escrita la hoja de ruta que deben seguir los responsables políticos, que actúan en nombre y representación de los ciudadanos y ejercen el poder de la Soberanía Nacional. Soberanía que reside en todos y cada uno de nosotros que juntos formamos lo que llamamos Nación española.

ES IMPORTANTE HOY DESTACAR ALGUNAS DE LAS REFLEXIONES, exhortaciones y deberes que el Rey Felipe VI nos dio a todos, empezando por él como soberano, continuando por los políticos y terminando con nosotros; propietarios y acreedores de esta nuestra querida España, que es a su vez única y plural, y que está integrada por regiones y nacionalidades que forman un todo indivisible e indisoluble, tal como reza la Constitución del 78. El Rey dijo:

1. «Fuera de la Constitución no hay democracia, ni convivencia posible; no hay libertad sino imposición; no hay ley sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad».
Sólo con esta primera observación debería bastar para que Sánchez y el PSOE reaccionaran, y no siguieran el camino del chantaje que les han marcado sus socios secesionistas, separatistas y bilduetarras. De no hacerlo, España va camino del caos.

2. «La democracia también requiere unos consensos básicos y amplios entre los principios que hemos compartido y que nos unen desde hace varias generaciones».

El Rey, sin mencionarlo, hace un llamamiento explícito a la responsabilidad del PSOE y al PP para que unan sus fuerzas en aras de la convivencia, la solidaridad y el progreso, como así lo hicieron los partidos en la Transición. De ahí que Felipe VI reclame consensos básicos.

2. «La razón última de nuestros éxitos y progresos en la historia reciente ha sido precisamente la unidad de nuestro País, basada en nuestros valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del Estado con nuestras Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre ellas».

Es una apelación directa al Art. 2 de la Constitución. Unidad de la Nación Española y reconocimiento de su diversidad con apelación directa a la solidaridad entre todas las CC.AA. que conforman España como sujeto único de la Soberanía Nacional, que nos soberanía popular.

3. Por si lo dicho hasta ahora por el Rey, no nos queda claro añade: «Cada institución comenzando con el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución señale».

Es un llamamiento claro a la división de poderes y que ningún poder del Estado, desde la Monarquía, al poder ejecutivo, pasando por el legislativo y judicial puede y ni debe suplantar las funciones del otro.

4. Terminaré este comentario con la apelación que hace nuestro Monarca a la Constitución para reivindicar su validez, su vigencia y la exigencia de preservarla como garantía de convivencia y paz. Dijo Felipe VI: «Quiero reivindicar la Constitución no solo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, con estabilidad, con certidumbre».

Es un claro aviso a los negacionistas de la Constitución del 78 de que ésta sigue vigente; que su acatamiento y cumplimiento nos obliga a todos, ya que de ella emanan los poderes del Estado; que ampara y protege los derechos colectivos e individuales de todos los españoles sin distinción de raza, creencia, pensamiento y lugar de procedencia.

Podría continuar desgranando el mensaje del Rey Felipe VI, pero creo sinceramente que con lo dicho hasta ahora es suficiente para concluir, bajo mi opinión, que su mensaje de estas navidades pasará a la historia como el mejor discurso pronunciado por el actual monarca para dirigirse al pueblo español desde que accedió al trono, después de la abdicación de su padre el Rey Juan Carlos I. Por todo ello y mucho más digo; Felipe VI: gracias majestad.