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La última película del director y guionista Christopher Nolan, «Oppenheimer», ya ha obtenido cinco globos de oro y ahora, con trece nominaciones, parte como favorita para los Oscars 2024.

Describe la vida, las contradicciones, los dilemas morales y las incertidumbres de J. Robert Oppenheimer, físico teórico que diseñó, desarrolló las primeras armas nucleares y marcó el inicio de la era atómica.

Advierte el escritor Sebastià Alzamora que «Oppenheimer era pacifista, un hombre de izquierdas, pero crea un arma capaz de destruir el mundo».

Al presenciar la primera detonación de una bomba atómica, el 16 de julio de 1945 -momento estelar de la película de Nolan- J. Robert Oppenheimer recuerda dos versos del antiguo poema épico Bhagavad Guitá, escrito en sánscrito, considerado un texto fundamental de la cultura hindú:

«Si el esplendor de un millar de soles brillasen al unísono en el cielo, sería como el esplendor de la creación», fue el primero que evoca. En aquel mismo instante, el físico estadounidense, profesor en la Universidad de California en Berkely, comprendió la magnitud devastadora de aquella aterradora explosión, la Prueba Trinity, en Nuevo México.

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Aquella arma no era disuasoria, como pretendía, sino un artefacto mortífero, con un potencial destructor insospechado.

Y ahí evoca el segundo verso:

«Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos». Después, Oppenheimer manifiesta su dolor por la muerte de miles de víctimas inocentes cuando las bombas nucleares fueron lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.

Aquel megalómano profesor de Física que admiraba a Picasso y Stravinsky, leía a T.S. Eliot y era un políglota que conocía el Bhagavad Guitá, se dio cuenta del error que le persiguió y obsesionó. La muerte no es una ilusión, porque nacemos y morimos.

La incapacidad de J.R. Oppenheimer para aceptar la idea de un alma inmortal siempre le atormentó hasta su fallecimiento.