TW

Entre los grandes inventos de la humanidad los hay nefastos, enloquecidos, extraordinariamente infames además de irracionales, pero que por su gran influencia en el devenir del mundo y las vidas de la gente, no pueden ser ignorados en tanto que extraordinarias invenciones. De científicos locos, como la bomba atómica, o de clérigos más locos todavía, como el infierno. Al principio, cuando los humanos aún no eran tales, no por completo, la naturaleza era bastante hostil y la vida de nuestros antecesores bastante difícil, para inventar más infiernos tras la muerte. Las cazadores recolectores no estaba para tonterías, pero conforme se asentaban algunas civilizaciones, y por la influencia del entorno y los muchos padecimientos que implicaba, algunos listos de mentalidad religiosa a los que no les parecían suficientes los horrores de la vida, urdieron otros mucho peores y duraderos tras la muerte. El infierno es un invento de la civilización, un paso al frente del progreso, bien que hacia el abismo. El Hades griego, el Averno, el inframundo al que se accedía por un cráter volcánico. Y a partir de entonces, ni muerto le dejaban en paz a uno. Poetas y sacerdotes fueron ampliando el atroz concepto, y los que todavía opinaban que el infierno existe, pero está aquí y es esto, se callaron para evitar que les mandasen a la hoguera, y de ahí directos al infierno.

Noticias relacionadas

Paralelamente, hubo intentos desvaídos de crear un Cielo, que no le salió bien ni a Dante, entre otras cosas porque como aseguró el también poeta y grabador chiflado William Blake en su libro ilustrado «El matrimonio del cielo y el infierno», «se construyó con lo robado al infierno». Ah, qué inventos retorcidos. Los hebreos, que con la Biblia lo inventaron casi todo, no tienen un infierno de tormentos sin fin, sino algo llamado Sheol, de naturaleza oscura y fantasmal, pero episódica. En el islam lo llaman Yahannam, tiene siete niveles, no nueve círculos como el de Dante, y sale en «Las mil y una noches». Pero el peor infierno de la historia, con mucho, es el católico. Qué imaginación desbocada, qué derroche de medios. «La Divina comedia» ya avisa que hasta en la antesala te pican los mosquitos, para ir ganando tiempo.