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El país está crispado. Pero menos mal que de momento eso solo se palpa en esas sesiones disfrazadas de farsas de control, porque nada controlan, que se montan en el Congreso de los disputados. Esas que, permitidas por la cliente nocturna del Hat bar palmesano, derivan en un espectáculo infame. Busquemos las causas de tal crispación. Vayamos por partes. Personalmente propongo esta ligera versión: todo comenzó con Zapatero. Sus ocurrencias revisionistas revivieron horrores afortunadamente ya superados e incluso, y en muchos casos, olvidados. También fue quien alentó al separatismo desde el mismo balcón de la Generalitat. Sí. ¡Porque él lo valía! Es decir, fue él que vino a cuestionar los acuerdos de la Transición cuando todos nos consideramos 'libres e iguales'. Y se quedó tan pancho.

Después cuando logró arruinar el país, y a punto ya de ser rescatados, y humillados, por la Unión Europea, llegó el tiempo de Rajoy y sus maricomplejines que, unidas a las letanías sorayescas rebozadas de corrección política, consiguieron el hito de que ‘les colaran’ un referéndum ilegal en Cataluña. Emociones a raudales vs. ilegalidades no impedidas. Y de allí a los hechos de octubre 2017 solo hubo un paso. La cobardía y la indecisión siempre se pagan (como bien supo Chamberlain) y Rajoy las pagó aquella tarde cuando, bebido y huido de su escaño, dejó que el bolso de Soraya fuera mudo testigo del desastre que se avecinaba.

Antes el PSOE había despedido a un tal Sánchez por estafador (¡aquella urna koldista detrás de unas tupidas cortinas!) pero, cosas de la historia, aquel mozo, ya convertido en pistolero vengativo, regresó a bordo de un Citroen (como la Sor famosa) y rodeado de una cuadrilla de forajidos (ahora finalmente desnudados por la UCO) giraron por España para convencer a los ya convencidos. Y así un tipo indocumentado pero ambicioso al cubo logró incomprensiblemente hacerse con las riendas de un partido antes socialista, obrero y, especialmente, español. Y la lió, vaya si la lió. Después de derribar al indolente gallego, vio que su única opción para mantenerse en el poder era dividir España en dos mitades y enfrentándolas una contra otra: los progres contra los fachas. Y construyó un muro político para conseguirlo. Y sucedió que se unificó con los comunistas bolivarianos. Y así escandalizó a medio país con los contenciosos del feminismo que considera a la mujer un ser débil e inferior, con su obsesión por culpabilizar el hombre, con los usuarios Trans-siberianos, con los, las, les LGTBI, con la ley del ‘sí es sí’, con la puesta en libertad de los viciosos, con el cambio de sexo a la carta tipo ‘cabo Roberto’ (ese barbudo que se siente lesbiana), etc.

Pero en las elecciones de julio del 23, y después de indultar y rebajar las penas de delitos a conveniencia de su interés, la coalición de la bragueta fracasó y perdió las elecciones. Y ahí fue cuando los reaccionarios de Junts vieron la luz de Damasco: salvarían al soldado Ryan a cambio de que se les amnistiaran t-o-d-o-s sus delitos y los de sus preferidos. A partir de ahí todo ha sido felonía, mentira, engaño y embuste. Y crispación.

Indultar significa perdonar pero amnistiar significa anular los delitos cometidos y pasar a culpar a quienes los pretendieron evitar y a quienes los juzgaron. ‘Tables turning’. La amnistía solo va a servir para mantener al galán y a su camarilla de indígenas domiciliados en Dominicana unos meses más en el banco azul pero no habrá reconciliación ni reencuentro con los delincuentes sino sumisión absoluta ante quien dio un    golpe de estado y huyó como un cobarde. Y eso acabará mal por mucho que intenten confundir con cortinas de humo ayusistas.

Puigdemont autorizará a Sánchez a ser presidente del Gobierno de España mientras sea su rehén y le convenga. A cambio, el rehén tendrá que apoyar a Puigdemont para que, traicionando al monaguillo sanitario, vuelva a presidir la Generalitat para permitirle volver a las andanadas... si un juez no lo impide. Si así no fuera los puigdemoníacos le retirarían su apoyo y sonará una impronta wagneriana, caerá el sanchismo, se movilizará la justicia y se encausará a la corrupción koldista y aireuropeista. Y, claro, se convocarán    nuevas elecciones.   

Por eso no extraña que al galán, ese que miente tanto como respira (y que habría merecido actuar en la mejor época del Teatro de los Hermanos Largo en el Mahón de los años sesenta- ¡saludos allí donde estés Juan C.!), se le desencaje su rostro de cemento armado cuando se evidencia la corrupción en sus rodalies más cercanas. Pronto acabará esa obra de teatro. Y caerá el telón. Pero de momento... vayamos por partes.

Notas:

1- Quien influyó para que Richard Branson conociera Menorca fue su madre Eve, que era amiga de internado en Inglaterra de Nuria Carlés Tolrà, madre de Borja Carreras-Moysi y Carlés Tolrà, exalcalde de Mahón.

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2- Me aseguran que un cliente fue echado de la Taberna Garibaldi, el nuevo establecimiento hotelero de Pablo Iglesias en Madrid, por pedir un Cuba Libre. Lo consideraron una provocación fascista. A otro lo sacaron del tugurio al grito de ‘racista’ por ordenar un Negroni. ¡Vaya por Dios!

3- Izquierda Española (IE): ¡Al fin una izquierda votable! Al fin.

4- CIM: Maite de Medrano sobre el GOB: verdades como puños.

5- Lo de Kate... un drama. ¡Recupérate pronto, please!

6- Muchos estuvimos idos por Silvia Tortosa. Una chica que nos ilusionaba. Descansa en paz guapísima.

7- Un recuerdo para Hilario Fluxá, una de las mejores voces para la ranchera y la canción menorquina. DEP.

8- ¿Cuántos profesores hay en el Instituto Joan Ramis de Mahón? ¿Sólo una treintena?

9 - ¿Por qué van tan mal vestidos? ¿Enseñan a sus alumnos a vivir desaliñados?

10- Una madrileña me dice que envidian a Ayuso porque su sweetheart es un buen tío, trabajador y está bueno.