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Hemos atravesado la primera semana de abril, que empezó el día 1, conocido en Menorca por el dia d’enganar. Cosas que han quedado de la dominación británica de la isla, allá por el siglo XVIII. Engañar puede ser algo jocoso y sin maldad, solo para cachondearse del inocente que pica com un cabot. Es Diari se suma tradicionalmente a la celebración, con noticias asombrosas que más de uno se ha tragado como ciertas.

«Empresa menorquina fabricará tazas reciclables, cuyo nombre comercial será la ecotaza» o «Inventa una bebida talayótica hecha a base de hierbas: el Mío Tragus».

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Visto lo visto, y para economizar días (hay un día para cada cosa y para cada causa), podrían celebrar esta efeméride todos los mentirosos del mundo.

Deberíamos felicitar a muchos políticos que han hecho del engaño su manera de vivir por todo lo alto (y no señalo a nadie). Su programa no es un contrato, sino un folleto publicitario. Cuando consiguen engañar al votante, los militantes ríen y ríen, burlándose del pobre incauto que no sospechaba nada. Medios de comunicación subvencionados, empresas con productos milagro o estafadores varios, podrían considerarlo un día festivo. Somos tan amigos de la broma, que lo de tomar el pelo a la gente casi puede considerarse un arte. A muchos les encanta ser engañados. Hacerse ilusiones. Seguir a un líder que les solucionará la vida. Esto nos llevaría a proponer el día del tonto útil como fiesta nacional.