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Lo más grave del «proyecto de poder» del Sr. Sánchez es que tiene como objetivo la liquidación del orden constitucional surgido en el 78. A tal efecto no le importa traspasar todo tipo de líneas rojas y cargarse el mínimo de ética y moral política que todo gobernante debe observar, por encima de sus particulares ambiciones personales. Es el poder por el poder y a cualquier precio; y si el precio es desdecirse de todo lo dicho con anterioridad a la asunción del poder, porque le hacen falta unos votos prestados que impidan el paso al Partido Popular, no le tiembla el pulso para hacer todo lo contrario a lo prometido.

Ahí tenemos el blanqueamiento de ETA, por medio de Bildu, para hacerse con los votos de herederos de ETA. Ahí tenemos la rebaja de los delitos de malversación, de sedición, de terrorismo callejero y de indultos, hasta llegar a la Ley de Amnistía, para hacerse con los votos de independentistas, golpistas y secesionistas; es decir, hacerse con los votos de Esquerra Republicana de Cataluña y con los votos de la formación política Junts de Puigdemont.

Su praxis es meridanamente clara. Se basa en los siguientes pilares: a) Introducir el guerracivilismo en la sociedad española, dividiendo a la misma en progres (los suyos) y fachas (el resto de ciudadanos que no comulgan con sus ideas). b) Demonización permanente de la oposición, aplicando la política del miedo. c) Sacar a pasear, cuando las cosas se le tuercen, a Franco. d) Hacer de la Memoria histórica un arma de destrucción masiva, contra todo aquel que intenta buscar la verdad de lo que fue la II República y sus crímenes, el Golpe de Estado del Frente Popular del 34, el Golpe de Estado de Franco, la Guerra Civil y el Franquismo; como si todo empezara en el 36, borrando de la historia lo sucedido entre 31 (proclamación de la II República) al 36 y del 36 al 39, por lo que afecta a las acciones criminales llevadas a cabo por el Frente Popular.

ADEMÁS DE ELLO, en el proyecto Sánchez tiene preeminencia la ocupación total de las instituciones estatales, encabezadas por el Congreso de los Diputados y terminando por el Tribunal Constitucional; pasando por el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo, RTVE, la Fiscalía General del Estado, y un largo etcétera.

Todo ello hace que en la actualidad podamos afirmar que estamos en el momento más álgido de su proyecto político, antes de llegar a la cumbre. Cumbre que, no lo duden, será coronada con una consulta, o referéndum de autodeterminación, tal como han dicho, por activa y por pasiva, los líderes independentistas de las formaciones políticas que le dieron el gobierno a Sánchez. Y estos no mienten, a diferencia de él.

Frente a todo ello nos debemos preguntar: ¿Qué podemos hacer los que creemos en el orden constitucional del 78, que nos ha dado cuarenta años de paz y convivencia? ¿Qué podemos hacer los que creemos en la igualdad de todos los españoles, vivan donde vivan, tengan las ideas que tengan; los que creemos en la unidad de España respetando su diversidad; los que creemos en la monarquía constitucional y parlamentaria, como garantía de unidad y pluralidad?… En pocas palabras, los que creemos en la libertad, en la igualdad, en la solidaridad entre personas, pueblos y territorios. La respuesta es clara, y no es otra que hacer de la unión de todos los constitucionalistas un frente común, para decir alto y claro a los separatistas, los secesionistas, los bilduetarras y los golpistas, capitaneados por el Sr. Sánchez, bajo las ordenes del prófugo del maletero Puigdemont, que por ahí la mayoría de los españoles no pasamos. Decirles que pierdan toda esperanza, porque juntos constituiremos un dique de contención, para que tal atropello a la Nación española no triunfe.

Soy de aquellos que creen en la independencia de la justicia, como poder fundamental del Estado. Estoy convencido de que esta, la justicia, no dejará que la vulneración a nuestra Constitución sea moneda de cambio utilizada por el Sr. Sánchez para seguir gobernando. Ahí están más de cinco mil jueces y magistrados que firmaron un comunicado contrario a la Ley de Amnistía, por ser claramente inconstitucional, constituyendo una auténtica bocanada de aire fresco dentro del perverso clima político en que vive el gobierno «Frankenstein», contaminado de corrupción, traición y falsedades.

ESPERO Y DESEO QUE el Partido Popular, liderado por su presidente Núñez Feijóo, se ponga al frente de presentar batalla, política y democrática, a los caprichos y desmanes del actual gobierno y sus socios. Creo y observo que ya lo está haciendo.

El PP cuenta con una gran fuerza política, al gobernar en la mayoría de las Comunidades Autónomas y principales capitales de provincia, para hacer frente a cualquier política discriminatoria que pretenda llevar a cabo el gobierno de Sánchez para favorecer a las Comunidades gobernadas por socialistas e independentistas, en detrimento del resto de comunidades. Me refiero, claro está, a la financiación de las Comunidades Autónomas. El lema debe ser «no se mercadea con votos, sillones y territorios».

Esta debe ser la oferta que debe hacer el Partido Popular a los españoles. Esta es la esperanza que el Partido Popular debe dar a los españoles. Esta es la política a seguir, para hacer realidad el principio que «en política no todo vale». En definitiva, esta es la autentica barrera de contención al sanchismo, como garantía de que no estamos dispuestos a que se repitan los errores históricos del siglo XIX y XX.

Pero todo ello no basta; hace falta que nos comprometamos cada uno de nosotros individualmente, y juntos colectivamente. Debemos apoyar el único constitucionalismo que nos queda en España, y que hoy más que nunca está representado por el Partido Popular, como fuerza mayoritaria en la oposición. No es la hora de los matices entre Vox, el Partido Popular y lo que queda de Ciudadanos. Es la hora de la integración y la unión. Es la hora de luchar todos juntos por el objetivo superior y común de todos los constitucionalistas; objetivo que no es otro que defender hasta la extenuación los valores de la transición y los principios que consagran nuestra constitución del 78.

No olvidemos que el mayor peligro que corre hoy España no proviene del ególatra y narcisista Pedro Sánchez, ni de los que quieren romperla. Los conocemos. El mayor peligro reside en el silencio, la apatía, la comodidad y una rendición anticipada de los constitucionalistas; con el pretexto de que «no se puede hacer nada»; de que «ya caerán solos»; de que «Europa nos salvará»…, y se quedan sentados cómodamente en el sofá de casa, o criticando desde una barra de bar.

Termino este comentario con unas palabras de mi amiga, admirada e ilustrada Cayetana Álvarez de Toledo: «Hagamos un llamamiento al optimismo, a la militancia constitucional y al compromiso cívico». Si así lo hacemos, España ganará y Sánchez y su proyecto de poder perderá.