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En abril de 2021, un muchacho de Es Castell manifestó, con convicción, a «Es Diari» que «ser seminarista es ir contracorriente, es descentrarte de ti mismo y dar tu vida, entera, para los demás».
Añadió, lúcido, que «esto es así en cualquier voluntariado, donde actúas por razones humanitarias; pero más aún cuando lo haces movido por la fe, para servir a Dios y en él a todas las personas. Intentar hacer presente a Dios en un mundo que pretende darle la espalda es ir contracorriente».

Aquel joven, que se llama Jaume Denclar Quevedo y cuenta hoy 24 años, será ordenado sacerdote el sábado en la Catedral por el obispo Gerard Villallonga. Una jornada de alegría para la Diócesis de Menorca, pero también de reflexión para averiguar por qué no brotan, hoy, nuevas vocaciones.

Optar por el sacerdocio en una sociedad marcada por el laicismo, que se resiste a escuchar la voz de Dios y aplicar las sólidas enseñanzas del Evangelio, exige muchas renuncias. Lo sabe bien Jaume Denclar al afirmar que toda decisión comporta renuncias a todo lo demás. Porque, cada uno renuncia, desde su propia libertad, para poderse dedicar enteramente a aquello que se siente llamado. No es fácil.

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Pero, después, recibes más de lo que das, «al estar hecho para aquello que Dios ha pensado para ti: él es quien mejor te conoce». Estas frases condensan la coherencia y valentía con que actúa Jaume Denclar.

El nuevo presbítero da testimonio de su fe. Respeta a quienes no le comprenden y aprecia a quienes le apoyan, que son la mayoría. «Nos llegamos a creer los prejuicios contra la Iglesia, contra la fe, contra Dios, cuando fundamenta nuestra vida entera. ¿Cómo podemos callar aquello que da sentido y plenitud a nuestra existencia?».

Senza paura, Jaume!