Contigo mismo
«¿La Navidad? ¿Bien o en familiar?»
Se ha extendido últimamente la costumbre de formular la pregunta que da título a este artículo. Huele a ironía. Lo malo, sin embargo, es que lo que subyace bajo ella tiene poco de gracioso y está cada vez más interiorizado por una sociedad que –a tu entender– ha enfermado. Puede que la interrogante sea el fruto de experiencias vividas en reuniones navideñas anteriores, negativas, esas en las que el abuso del alcohol inhibió la prudencia; en las que resucitaron recuerdos ingratos; en las que se reabrieron heridas mal cicatrizadas, etc… Y, ante el temor de que esos desencuentros se reproduzcan, optéis por la huida. Afloran, entonces, las excusas, los viajes forzados y las inasistencias de última hora… No obstante, este tiempo no habría de ser de ausencias, sino de reencuentros. Para clarificar lo que, a lo mejor, fueron simples malentendidos, para reconciliaros, para meteros en la piel del otro e intentar entender lo que no comprendéis, para expulsar de vuestro interior lo que de negativo habite en él y dejar así espacio para lo que verdaderamente importa: el amor.
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