La contraofensiva ucraniana ha permitido recuperar numeroso material bélico ruso. | Reuters

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La ofensiva militar de Ucrania ha permitido recuperar el control de «más de 300 localidades» en la región de Járkov según informaciones del ministerio de Defensa. De este modo miles de ucranianos vuelven a estar bajo el amparo de Kiev mientras no cesan por completo los bombardeos, ni tampoco los cortes de luz, electricidad e internet; «esta ciudad no tiene ni un día tranquilo» ha comentado al respecto el corresponsal de guerra español Alberto Sicilia.

Fuentes del gobierno ucraniano han afianzado la idea de que el actual objetivo de sus fuerzas armadas consiste en llevar la contraofensiva hasta donde sea necesario, para retomar por completo la región al noreste del país y uno de los principales motores económicos de Ucrania antes del inicio de la invasión decretada por Vladímir Putin el pasado 24 de febrero.

En las redes sociales y en Telegram abundan los vídeos de militares ucranianos y soldados que combaten en la legión internacional izando las banderas azules y amarillas en los enclaves abandonados por los rusos o rendidos tras días de combates. En algún punto de la frontera con Rusia, un soldado con la franja azul en el brazo izquierdo colocaba la señal de 'Stop' nuevamente en su sitio en un checkpoint que vuelve a contar con presencia del ejército ucraniano. En las últimas horas uno de los principales avances ha sido Izium, baluarte donde se resguardaban las tropas rusas de vital importancia para los intereses de Moscú.

Ukrainian soldier rips down a banner, in Vovchansk
Soldados ucranianos arrancan una pancarta propagandística rusa en una localidad liberada. Foto: Reuters.

Mientras tanto, en Rusia, empiezan a resonar voces discordantes con lo que Vladímir Putin bautizó como 'operación especial'. Uno de los casos más llamativos se ha dado en la lejana Jabárovsk, cuya capital se encuentra a pocos kilómetros de la frontera china y donde decenas de miles de rusos han firmado ya una petición pública para que el impopular gobernador de la región, Mijaíl Degtiariov, deje el cargo y acuda a combatir en Ucrania.

«Estamos orgullosos y agradecidos. ¡Bravo, chicos! Yo mismo iría con placer, pero no se puede. Tengo exención por ser gobernador (...). No puedo abandonar el puesto, que si no...», declaró la pasada semana el mandatario, miembro del ultranacionalista Partido Liberal Democrático. Seguidamente, sus conciudadanos comenzaron a recabar firmas para que el gobernador pueda «cumplir su sueño: viajar al frente para participar en acciones militares en la vanguardia». En estos momentos la petición en la web change.org ya ha sido firmada por más de 33.600 personas, que abogan porque el funcionario abandone el cargo que asumió hace un año tras detención por asesinato del gobernador, Serguéi Furgal.

Quien sí parece que ha vuelto a poner en su foco Ucrania es el presidente checheno y principal señor de la guerra de la región caucásica, Ramzán Kadírov, después de participar en la rendición de Mariúpol y de la acería Azovstal, fortaleza donde se resguardaban los mandamases del extremista batallón Azov. Su regreso a la escena de la guerra coincide en el tiempo con la ofensiva ucraniana en Járkov y los ecos que en Rusia hablan de movilización general, un hecho que parece disgustar seriamente a la población rusa por primera vez en lo que va de conflicto.

Expertos y analistas militares rusos advierten que tal vez no quede otra opción si el Kremlin quiere afianzar sus objetivos. En las últimas horas Kadírov se ha mostrado un tanto crítico sobre los errores en el campo de batalla, y se mostró dispuesto a enviar a 10.000 hombres al frente. Los prorrusos, por su parte, destacaron que las fuerzas ucranianas en Járkov eran ocho veces mayores que las rusas. En este sentido Kadírov ha anunciado el fin de las «vacaciones» y el regreso de sus tropas, en concreto a Donetsk, donde los avances rusos y rebeldes se han estancado en las últimas fechas.