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La Casa Blanca y la empresa petrolera británica BP expresaron ayer un cauto optimismo en el segundo día sin petróleo en el Golfo de México, en medio de señales de que el último artefacto instalado sobre el pozo que escupía crudo al mar funciona según lo previsto.

BP selló el viernes el pozo mediante un obturador instalado sobre el sistema de prevención de explosiones (BOP), un complejo sistema de válvulas que debería de haber cerrado el vertido cuando estalló la plataforma operada por la firma el pasado 20 de abril. Kent Wells, vicepresidente de BP, afirmó ayer en rueda de prensa telefónica que la presión dentro del pozo aumenta progresivamente según lo esperado, aunque precisó que son necesarios análisis adicionales.

La presión alta es una buena noticia, al ser un indicio de que el pozo está en buen estado. Wells señaló que una de las principales preocupaciones es la posible presencia de fugas en la tubería en el lecho marino, aunque mencionó que las lecturas de presión obtenidas tras el cierre de las válvulas son positivas. Las pruebas que se llevan a cabo podrían prolongarse por espacio de unas 48 horas, un plazo que arrancó a las 19,25 (Hora GMT) del jueves, cuando dejó de fluir el crudo.

El directivo explicó que el hecho de que la presión aumente dentro de la campana colocada sobre el obturador es una señal de que el petróleo no está manando por otro lado. "La presión que vemos es consistente con los análisis de ingeniería de BP", indicó Wells, quien señaló que se trata de un incremento "muy estable". Una vez concluidas las pruebas de presión, existiría la opción de dejar el pozo cerrado a la espera de que concluya la construcción de uno alternativo.