LEVANTAMIENTO. Todas las imágenes que sirve Reuters de las protestas y de la represión proceden de vídeos de los propios manifestantes - Reuters

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La sanguinaria campaña de represión orquestada por el régimen de Bachar al Asad no amilanó ayer a miles de sirios, que salieron a las calles en el primer viernes de ramadán para exigir al presidente su renuncia inmediata.

Desde Washington, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, responsabilizó ayer al régimen sirio de la muerte de más de 2.000 ciudadanos del país desde marzo, cuando comenzó la represión de las protestas contra el Gobierno de Bachar al Asad.

La cifra duplica las estimaciones ofrecidas hasta ahora por las principales organizaciones opositoras sirias, que situaban el número de víctimas mortales en las protestas en alrededor de 1.000 personas.

"Como nuestro Gobierno ha repetido ya en varias ocasiones, el presidente Asad ha perdido su legitimidad para gobernar al pueblo sirio", reiteró la secretaria de Estado, que reafirmó su apoyo a las aspiraciones del pueblo sirio "de lograr una transición a la democracia".

Las fuerzas de seguridad sirias volvieron ayer a reprimir a sangre y fuego las protestas, lo que causó un balance provisional de 15 víctimas mortales y un número indeterminado de heridos, según los Comités de Coordinación Local, uno de los principales grupos de la oposición.

La mayor parte de los decesos se produjo en la ciudad de Arbin (al oeste de Damasco), donde siete personas cayeron abatidos por los disparos de los cuerpos de seguridad y los esbirros del régimen, conocidos como "shabiha".

Mientras, tres personas murieron en Dumair (al noreste de Damasco), otras tres en Homs (centro), una en el suburbio de la capital de Madamiya el Sham, y otra más en Deraa (sur).

El portavoz de los Comités Omar Edelbe explicó a Efe que hay un gran número de heridos, lo que podría hacer que crezca la cifra de muertos, y que las manifestaciones se han reproducido en la mayoría de ciudades sirias salvo en Hama, donde se prohibió el rezo del mediodía en las mezquitas de la ciudad.

Los viernes, día de la oración más importante de la semana para los musulmanes, son la jornada señalada por los manifestantes para convocar grandes marchas, a las que normalmente suelen poner un nombre.En esta ocasión, se eligió bautizar la fecha como el Viernes de "Dios está con nosotros, aunque nadie nos apoye".

Según los Comités de Coordinación, se eligió este nombre en alusión a "los compatriotas que permanecen en silencio y a las naciones amigas que no se han posicionado de forma clara -incluidas las liberadas, cuyas revoluciones encendieron la revolución siria-".

Las manifestaciones más numerosas se vivieron en Deir al Zur (norte), una de las ciudades más activas en la oposición a Al Asad, pese a la gran presencia de fuerzas de seguridad.