Dinastía de carpinteros en JPP Fusteria: el fundador José Pons Pons flanqueado por sus hijos. De izquierda a derecha, Kico Pons, Ross Pons, Germán Pons y José Pons.

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La carpintería es probablemente uno de los oficios más antiguos que existen y una profesión que ha acompañado a la humanidad a lo largo de los siglos. La historia de JPP Fusteria SL es un vivo ejemplo de esta tradición que empieza trabajando la madera desde un pequeño taller para luego convertirse en sólido negocio que pasa de padre a hijos. Ha pasado del lápiz y las anotaciones a mano a la máquina al control numérico y los trabajos que nacen de un presupuesto.

Medio siglo de trayectoria ininterrumpida desde que José Pons Pons abriese su primer taller en el centro de es Castell, hoy convertido en 1.400 metros cuadrados de nave en el polígono industrial del mismo municipio bajo la dirección de sus cuatro hijos, cada uno con una responsabilidad distinta. El año pasado facturaron 600 mil euros y dan trabajo a nueve personas.

Fue en 1968 cuando José Pons Pons, a sus diecinueve años, decidió abrir un pequeño taller de carpintería en la calle Maó de es Castell.

En sus planes estaba dedicarse a la mecánica, pero el azar lo llevó a empezar de aprendiz en una carpintería, lo que acabó por convencerlo de que lo suyo sería la madera. Un arranque del negocio no exento de anécdotas divertidas, como el hecho de que durante el primer mes y medio de trabajo tuvo que ingeniárselas para disponer de suministro eléctrico gracias a un cable que conectaba por el tejado con un taller vecino, ya que no le llegaba el permiso de Industria.

carpinería JPP Fusteria

“Las primeras puntas, tornillos y bisagras las fui a comprar a una ferretería de Alaior y cuando les pedí la factura, me dijeron que por la factura no me preocupase, pero que hiciese un pedido más grande porque con aquella cantidad tan pequeña de material no iría muy lejos”, explica el fundador del negocio, ahora ya jubilado. “En aquellos tiempos los carpinteros no usábamos ni calculadoras ni bolígrafos; apuntábamos los trabajos, los materiales y las horas en una libreta con el clásico lápiz de carpintero ovalado de color rojo y tomábamos las medidas con un metro de madera tipo acordeón”, añade.

Unos primeros años del negocio muy escalonados, creciendo peldaño a peldaño como le gusta recordar, en una época de muchas horas de taller de día y de madrugada, con la ventaja de que trabajo no le faltaba. La incorporación de personal le ayudó en esta singladura, consolidando durante la década de los setenta y los ochenta una clientela cada vez más fiel. Fue precisamente en 1979 cuando el alcalde del Ajuntament d’es Castell, José Tadeo, lanzó la idea de hacer un polígono industrial para el municipio a unos cuantos pequeños empresarios, entre los que estaba José Pons, que aceptaron el reto para sacar adelante este proyecto de futuro para la industria del municipio.

En 1985 trasladó su negocio a una nueva nave de 520 metros cuadrados en la que empezaron a ayudarle sus dos primeros hijos, Germán y Kico, todavía en epoca de formación.

NUEVAS SECCIONES. Uno de los aprendizajes de la historia de JPP Fusteria SL es que los momentos de crisis, y por lo tanto de menos trabajo, les han servido para reflexionar sobre el futuro y tomar decisiones que coinciden con cambios estratégicos en el rumbo del negocio que han favorecido su expansión.

En 1994 decidieron abrir una nueva sección de aluminio después de 25 años dedicados únicamente a la madera, ya que se dieron cuenta que el futuro del negocio pasaba también por aquí, y en 2002 llevaron a cabo una ampliación de la nave de 800 metros cuadrados empezando a incorporar también el PVC como material imprescindible, cuyo despegue se produjo en 2010 y que les catapultó a convertirse en la primera empresa de Balears preparada para fabricar y transformar aluminio, madera y PVC.

“La suerte es que cada hermano se enfocó hacia una especialidad y, de este modo, Germán tomó las riendas del aluminio, Kico de la madera, José, el último hermano en incorporarse, el PVC y sin olvidar a mi hija Ross, que asumió en 1994 las tareas de administración, contabilidad y facturación”, explica orgulloso el fundador.

La puesta en marcha de las tres secciones de JPP Fusteria, convertida realmente en tres talleres en uno, implicó una inversión en maquinaria muy importante que fue llegando progresivamente hasta completar un parque de maquinaria de una treintena de equipos.
Este desarrollo les impulsó a consolidarse como un taller de referencia en Menorca para poder suministrar puertas y ventanas fabricadas en su nave de marcas de prestigio como Salamander o Brügmann, así como carpintería de aluminio, persianas mallorquinas, cristaleras oscilobatientes, puertas de calle o ventanas correderas en alumino, entre otras. Uno de sus principales proveedores es Maderesa, líder en distribución de madera, aluminio y PVC de Menorca.

CLIENTELA. Aunque los consejos de quien fue su fundador no faltan, la segunda generación de la familia Pons es la que hoy lidera el día a día de JPP Fusteria SL, cuya base de operaciones supera los 2.000 clientes, la gran mayoría particulares que les han llegado directamente o bien a través de constructores que llevaban a cabo un encargo.

“Nos hemos dedicado fundamentalmente a trabajos de carpintería en chalets, casas unifamiliares o comercios. Como tareas fuera de lo habitual, hace dos años recibimos el encargo de renovar la carpintería de PVC de unos apartamentos del Hotel Sur Menorca y durante una época estuvimos llevando a cabo los trabajos de mantenimiento y renovación de carpintería en la fortaleza sanitaria del Lazareto, en el puerto de Maó, a la que debíamos trasladar los materiales en barco”, explica Ross Pons.

Más allá del negocio, han mantenido colaboraciones puntuales con el Instituto de Educación Secundaria Pasqual Calbó para que los alumnos de FP pudiesen visitar su taller.