Mucha gente no lleva bien la incertidumbre. los expertos ven razonable el incremento en el consumo de estos fármacos. | L. Becerra

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El pasado mes de marzo, cuando comenzó la cuarentena que ha tenido encerrada en su casa a la población general por el estado de alarma, hubo en total de 94.961 personas que consumieron o bien ansiolíticos o bien antidepresivos, mientras que un año antes eran 85.455. Es decir, en el mes del inicio del confinamiento creció más de un 11 % el consumo de estos fármacos que atenúan la ansiedad o la depresión.

«En estos momentos de incertidumbre lo que se ha disparado es lo referente a la ansiedad. En psiquiatría le llamamos trastorno adaptativo, que es la angustia que se genera cuando pasa algo importante pero a la que te acabas adaptando», explica el coordinador autonómico de Salut Mental, Oriol Lafau. «Ahora detectamos sensación de ansiedad pero no como una enfermedad en sí». ¿Y por qué sucede esto? Básicamente por no llevar bien la incertidumbre que puede ser «el peor enemigo de la cabeza o su mejor amigo, si se aprende a sacarle provecho», añade.

El incremento de más del 11 % en los consumidores de este tipo de fármacos «es razonable» debido a la excepcionalidad de la situación pero «hay matices», advierte el experto. «La ansiedad es una sensación que aparece de golpe, sin embargo una depresión se instaura. Debe pasar un tiempo y unos síntomas, si hay más, todavía no se ha visto», explica Lafau. Así pues, en marzo y también abril, lo que ha aumentad es la ansiedad, sin embargo «en muchas ocasiones se toman antidepresivos como ansiolíticos», especifica.

Y es que en marzo, un total de 55.783 personas retiraron algún tipo de ansiolítico bajo prescripción médica en una farmacia de Balears (cabe recordar que fue el 14 de ese mes cuando se decretó el estado de alarma). El incremento respecto a marzo del año anterior es de un 12,17 %.

A éstos hay que sumarle las 58.565 personas que se proveyeron de antidepresivos, es decir, un 12,12 % más de los consumidores que hubo en el mismo mes de 2019.

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La suma de ambos tipos de consumidores es de 114.348, pero la cifra real son 94.961, pues se dan muchos casos en que la misma persona consume los dos tipos de fármaco.

Los ansiolíticos tienen un efecto inmediato de apenas minutos pero generan una fuerte adicción. Por otra parte, los antidepresivos van más lentos pero «los nuevos también tienen un efecto ansiolítico». Si se toman en dosis bajas no enganchan, aunque tardan más de dos semanas en producir efecto. Los primeros «son como una liebre»; los segundos, lentos «como un tanque». Sin embargo, «cada vez más los profesionales de Primaria y de Salut Mental intentamos recetarlos porque no crean adicción», comenta Oriol Lafau, cosa que explicaría por qué hay un crecimiento ligeramente superior del consumo de antidepresivos que de ansiolíticos.

Entre los demás matices que cabe tener en consideración, Lafau destaca a las personas que presentaban adicciones a consumir tóxicos. «La gente adicta estaba en casa sin poder consumir y ha recurrido al fármaco para olvidar la abstinencia», observa.

En las cifras de consumo del mes de marzo crece mucho más el número de envases recetados de estos fármacos que no el de consumidores pero hay diversos factores que lo explicarían. Por un lado, se puso en marcha un plan de contingencia de la receta electrónica que implicó duplicar los fármacos para evitar que la gente saliera de casa. Por otro, «mucha gente que tomaba psicofármacos antes del confinamiento pidió que se los reactivaran en previsión de lo que pudiera pasar», añade Lafau. «Puede que estos envases finalmente no se hayan consumido y fuera una medida preventiva».

Cuando termine la crisis sanitaria, o se vuelva a la famosa nueva normalidad, los profesionales esperan un incremento de la afectación en la salud mental, es lo que los expertos han denominado la cuarta ola. «La crisis económica que nos viene encima nos hace presagiar que veremos más casos. El escenario es muy similar al de la crisis de 2008. Aumentaron las consultas de salut mental porque la gente estaba mal ante una situación complicada». La parte positiva es que se prevé que sean casos «más leves» y que la mayor parte de los tratamientos con medicamentos «no se cronificarán».