Una mañana de contactos intensos. María José Verdú, Manuela Cañadas y Sergio Rodríguez, en las oficinas del Parlament. Los contactos fueron intensos toda la mañana. | Jaume Morey

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La guerra interna de Vox dio este jueves un nuevo giro y se encamina hacia un posible acuerdo final que aún no está cerrado, pero que comenzó a dibujarse. Los dos sectores han pactado una tregua mientras negocian una posible solución, en una negociación que inició el sector crítico de la formación con un movimiento para buscar un acuerdo, pero también con la intervención directa de Santiago Abascal, que ha pedido parar la guerra o al menos firmar una tregua y negociar.

El primer movimiento claro lo ha hecho el president del Parlament, Gabriel Le Senne, que ha suspendido la reunión de la Mesa y de la Junta de Portavoces que debía iniciar el trámite parlamentario para expulsar del grupo parlamentario a los diputados rebeldes. La intención era convocar un pleno extraordinario este mismo martes para dar traslado a esta propuesta, algo que ha quedado abortado.

Las fuentes consultadas señalan que los sectores negocian dejar sin efecto la expulsión de Gabriel Le Senne y de Patricia de las Heras del grupo parlamentario. A cambio, los críticos piden que el president del Parlament deje voluntariamente su cargo y se elija a otro, que podría ser Agustín Buades.

Las mismas fuentes señalan que también piden una serie de cambios en la organización del partido, que no han trascendido. No hay acuerdo y el documento se sigue estudiando, pero fuentes oficiales de Vox aseguran que, por ahora, las propuestas que han planteado los críticos no están cerradas, aunque descartan de entrada la opción de cambiar al titular de la Presidència del Parlament.

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Este viraje en las demandas del sector crítico comenzó a detectarse el pasado miércoles, cuando la portavoz del grupo, Idoia Ribas, dejó claro que seguirán apoyando a Marga Prohens, esté quien esté en la Presidència del Parlament. Acababa de anunciar que habían recibido la notificación de que el partido había abierto un expediente de expulsión, un documento que este jueves llegó al registro del Parlament, pero que tendrá poca eficacia parlamentaria porque la expulsión está fechada el día 31 y el movimiento de los rebeldes se produjo el 29, cuando todavía eran formalmente militantes de Vox. El sector crítico ya ha anunciado que presentará alegaciones para evitar su expulsión. Recuerdan que la medida no es definitiva, por lo que el comité de garantías deberá analizar el escrito de alegaciones que presenten los cinco expulsados temporalmente.

El grupo de los rebeldes pidió este jueves reunirse con el president del Parlament, Gabriel Le Senne. Acudieron Sergio Rodríguez y Agustín Buades y ninguno de los tres desveló de qué se había hablado. Fuentes del sector crítico señalaron que habían expresado su voluntad de seguir siendo de Vox y habían tendido la mano a la dirección del partido.

En medio de la confusión, Madrid hizo dos movimientos estratégicos. Gabriel Le Senne registró en el Parlament la certificación de que los cinco diputados han sido suspendidos de militancia de forma cautelar, pero al mismo tiempo trató de mediar para sofocar el incendio desde dentro, con el fin de que haya el menor número de bajas posible.

La posibilidad de expulsión de Le Senne y De las Heras, en caso de que finalmente se concrete, dejaría a Vox sin presencia en el Parlament y sin capacidad de influencia en el Govern de Prohens. Por esta razón, la sede de Bambú, donde está el cuartel general de Vox, trata de conseguir ese equilibrio entre la amenaza de mano dura y la voluntad de que la crisis se cierre en un acuerdo que sea satisfactorio para ambos.