Tranquilidad. El Mercadal llegó a los cuarenta puntos venciendo a un Sóller que lo tiene mal - Gemma Andreu

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Con su victoria sobre el Sóller, el Mercadal, además de sumar tres nuevos puntos que le sitúan ya en una zona más templada de la clasificación, logró encadenar ayer su cuarto partido consecutivo puntuando, algo que viene a significar una recuperación efectiva y moral del equipo de Yeray Rodríguez. Cuarenta puntos atesoran en estos momentos los rojiblancos, lo que es un buen aval para la recta final del campeonato, aunque, como bien dijo el técnico de Fuerteventura después de partido, sería fatal que los jugadores creyeran que ya todo esta hecho. Este colchón sería en todo caso una buena plataforma para ir consolidando un ritmo de juego más en consonancia con lo que se esperaba del Mercadal en la primera fase.

Porque ayer, ante un Sóller, con bajas por su lamentable trifulca de la pasada jornada ante el Alcúdia, abocado a un más que posible descenso, el juego volvió a dejar mucho que desear, y el Mercadal tuvo que esperar la segunda parte para poner en franquicia un partido en el que siempre se le vio mejor que a su oponente.

Pero siguió faltando el temple y la confianza de que adolece el Mercadal en su propio feudo. Después de un primer tiempo insulso y para olvidar, en el que el balón parecía quemar en las botas de los 22 protagonistas, tras el descanso los locales pusieron una marcha más y redoblaron sus ansias de resolver cuanto antes el encuentro, y encontraron su justo premio en el 58 tras varios rechaces de un córner, hasta que Héctor fusiló el primer gol de la tarde.

Abierto el muro, sólo quedaba resolver definitivamente el choque, y la ocasión llegó pronto, ocho minutos después un derribo de Tanis a David Camps dio origen a un claro penalty que lanzó el propio Camps, pero lo hizo sin malicia y Alfredo le adivinó la intención con una buena parada.

El error no fue óbice para que el Mercadal continuara siendo amo y dueño del partido. El Sóller sólo mostraba cierta fortaleza en la parte central de su defensa y los esfuerzos de Ramiro, su mejor jugador, resultaban estériles. Su compañero Tanis salvó un balón bajo los palos en el 78, y el ataque local se volcó por la derecha con un entonado Lacueva que siempre dio sensación de peligro. Pero sería David Camps quien protagonizaría el definitivo 2-0 en el 84, compensando el error anterior, y el choque se quedó ya sin historia. Los relevos de los tocados Barber y Capó dieron entrada a David Melià, que reaparecía cuatro meses después, y a Seguí, y poco después se confirmaba el triunfo local, lo mejor sin duda de la fría tarde sabatina.