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El director de cine Miguel Alcantud ha empezado el rodaje de su película Diamantes Negros. La película es el fruto de un minucioso trabajo de investigación sobre un tema muy escabroso: el tráfico de niños africanos por parte de grandes clubes de fútbol de Europa.

La película trata sobre dos niños africanos que han sido traídos a Europa para jugar al fútbol, pero se encuentran con un entramado de agentes, burocracias, becas falsas y mentiras que poco tienen que ver con los sueños que traían.

En teoría las normas FIFA prohíben contratar menores de dieciocho años fuera de Europa, pero en la práctica varios grandes clubes lo hacen. Son varias las artimañas usadas para saltarse la regla: falsificación de pasaportes, contratos de estos niños como jardineros del estadio o camareros en sus bares, etc.

Es muy difícil para una familia africana que vive en condiciones de extrema pobreza resistirse a los cantos de sirena de Europa, y más de la Europa futbolística. Cuando los niños llegan se ven desligados completamente de sus familias, y con el agravante doloroso de que si los niños fallan, no alcanzan las expectativas, o se lesionan son abandonados a su suerte.

Según la investigación llevada a cabo por Miguel Alcantud hay unos 20.000 niños africanos que llegaron a nuestro continente para jugar al fútbol y hoy malviven en las calles de París.

El mundo del fútbol de alta competición no es trigo limpio: altas deudas, chorreo de comisiones millonarias y agentes sin escrúpulos, intereses económicos que se anteponen a valores éticos y humanistas, presunta compra o amaño de partidos- como los ocurridos en Italia-, magnates millonarios que blanquean o esconden dinero comprando clubes como quien se compra un juguete, etc.

Mientras el debate sobre el motivo de la tristeza de Cristiano (por amor o por dinero) ocupa grandes titulares de la prensa deportiva, existe un trasfondo fuera de los focos de lo que pocos hablan. Argumentan que se habla de lo que vende, y debe ser que denunciar las injusticias y las miserias no vende. Las prioridades se han vuelto locas, cuando alguien busca informarse le dedica más tiempo a la evolución de un grano en el culo del delantero de moda, que a conocer casos tan tristes como los que denuncia Miguel Alcantud.

Solo espero, queridos lectores, que la película Diamantes Negros sea todo un éxito en la taquilla, que la gente vaya al cine a verla cuando se estrene, y que el proyecto de Alcantud y su equipo nos sirva de lección: se debe informar (o denunciar) conforme a lo que uno cree que es importante, es evidente que los medios necesitan vender para subsistir, pero informar solo para vender convierte el periodismo en un anuncio publicitario.