Ribera, señalizando una acción durante un partido de la LNFA. Periodista de profesión, conoció el fútbol americano en 1988 «gracias a un amigo mexicano» | Fotoart

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Menorca se distingue como un ‘agente’ carente de tradición en el contexto del fútbol americano, pero ello no ha sido óbice, y tal vez incluso incremente el valor y mérito de la excepción, para que ‘uno de los nuestros’, Jordi Ribera Tomás (Barcelona, 1968), se haya granjeado su espacio y reputación como árbitro en la Liga Nacional de Fútbol Americano (LNFA), la máxima categoría del país.

Ribera es natural de Barcelona y menorquín de adopción y de corazón (su hija nació en la Isla, en la que nuestro protagonista reside desde hace más de dos décadas). Periodista de profesión, su pasión y predilección por la materia que han sublimado leyendas como Joe Montana o Tom Brady le han permitido trazar un interesante recorrido que ha desembocado en su presencia entre los mejores del país (donde acumula cuatro años), un hábitat cronológicamente inédito para nuestra Roqueta.

«Sí, llevo cuatro temporadas en la LNFA, y antes estuve un par de años en la territorial catalana. He dirigido partidos en fases finales de categorías inferiores y este año (en alusión a la temporada anterior) una semifinal de la Copa de España», revisa Ribera, al que una inoportuna lesión «ha impedido» terminar la temporada, si bien confía en estar plenamente recuperado para otoño, cuando arranque el nuevo curso.

Ribera se autodefine como árbitro de un deporte «que me ha dado mucho y al que quiero corresponder de la mejor manera que puedo hacerlo, arbitrando», y que a su vez le ha posibilitado el poder «regresar a un mundo que aparté de mi vida» debido a su traslado a la Isla para desempeñar su profesión. «Fue un paréntesis de quince largos años», abunda.

«Aunque salimos al campo solo con la camiseta, mientras los jugadores lo hacen con casco y coraza, nunca he tenido ningún problema con ellos más allá de la típica falta que todos reclaman; el hecho de que siempre haya cinco ‘cebras’ (así nos llaman por nuestro uniforme a rayas) permite que muchas veces un compañero te pueda apoyar si tú no ves alguna infracción», dice Ribera de su labor, en ese sentido más ‘respaldada’ que los jueces en otros deportes.

«Para preparar los partidos tenemos, obviamente, el libro de reglamento, otro de aplicación de normativa, y nos reunimos telemáticamente cada semana con árbitros más experimentados que exponen temas para mejorar. Repasamos vídeos de la liga universitaria norteamericana y de la NFL, aunque con matices porque hay pequeñas diferencias en la normativa. Además, mantenemos otra reunión a parte los miembros del equipo arbitral para preparar el siguiente choque, allí tenemos presente cómo juega cada equipo, aspectos a vigilar más de cerca y demás», se extiende el árbitro menorquín.

Sobre sus continuas idas y venidas para ejercer de juez en diversos enclaves de la Península, Ribera admite que causa «extrañeza» en jugadores y entrenadores «que venga de Menorca para arbitrar». Y añade al respecto; «aquí no hay equipos y no sé de ningún jugador nacido en la Isla que haya jugado, excepto mi hija Laura, que jugó dos años en la modalidad de fútbol-flag con los Barcelona Búfals, con el que logró dos subcampeonatos de Catalunya».

En el gremio de la LNFA «se sorprenden de que coja un avión para ir a dirigir un partido, sobre todo en categorías inferiores, pero a mí me hace ilusión dejar claro que en Menorca también existe en este deporte», matiza Ribera, y precisa que a la Roqueta «han venido a parar varios exjugadores de fútbol americano, algunos de ellos muy conocidos entre la sociedad isleña». Además, durante un tiempo, «José María Rebés, expresidente de los árbitros europeos que pitó alguna final internacional, vivía a caballo entre Maó y Barcelona», nos descubre Ribera.

La génesis del idilio de Ribera con el fútbol americano se remite a 1988, «gracias a un amigo nacido en México que me explicó lo básico. Luego fui aprendiendo. Rafael, así se llamaba, pasó a arbitrar en la liga catalana, al principio solo existía esa federación, y le acompañaba como periodista a la mayoría de partidos. Aprendí tácticas, reglas y demás», enumera el árbitro menorquín-barcelonés, que «jamás» olvidará su primer partido. «Fue en Sabadell, la final de la primera Supercopa Catalana, Barcelona Boxers ante Badalona Dracs, con triunfo aplastante de los primeros. Me enamoré del deporte al instante», subraya.

Multidisciplinar

Pero la presencia de Jordi Ribera en el fútbol americano no se ha limitado a tareas arbitrales. «He trabajado como periodista, directivo de un club, entrenador, directivo federativo, speaker…», detalla el juez, asimismo excolaborador de los Barcelona Dragons en la Liga Mundial en la última década del siglo anterior, y que donde más ha disfrutado, «con diferencia», recalca, ha sido entrenando niños. «Les puedes enseñar, mostrarles valores. A los adultos les cuesta mucho más corregir, tienen vicios de los que no quieren deshacerse», observa.

«Ahora, mi meta es poder volver en otoño al campo y volver a oler la hierba cortada y mojada… es un aroma muy especial», termina Jordi Ribera, la excepción menorquina en el máximo nivel del fútbol americano español.