En Australia junto a Tommaso Mannarini, uno de sus entrenadores

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«Este es mi año, lo sé». Estas fueron las primeras y convencidas palabras para «Es Diari» del tenista de Sant Lluís, Felipe Virgili– todavía desde Melbourne– después de debutar junto a los mejores del planeta en el Abierto de Australia 2023 de la categoría júnior. Una primera declaración de intenciones y sensaciones sobre su futuro más inmediato que llegaban después que el ya histórico raqueta menorquín enrolado en las filas del Círcolo Tennis Mario Stasi Lecce italiano se estrenara en tierras australianas ante el número 22 del mundo y 11 en Australia, Yi Zhou. El de Sant Lluís, reclutado hace unos pocos meses por la Federación Italiana de Tenis, a pesar de caer, causó una grata impresión.

Y es que tanto en la mente del prometedor tenista de Sant Lluís como de su entidad y ente federativo­– también desde su círculo más cercano–, avistan un ilusionante porvenir en la figura de Felipe Virgili. Y esta primera aparición en el Abierto de Australia, al que accedió con absoluto merecimiento, es, muy probablemente, el punto de partido, o de inflexión. De hecho, toca pasar página después de unos días más en Melbourne, regresar a casa y ponerse de nuevo a entrenar para estar listos para los próximos Roland Garros y Wimbledon de sus categorías. Aunque primero, Virgili deberá lidiar algunos torneos de grado 1 en Europa, «para intentar meterme entre los 60 primeros y entrar sin tener que hacer la preliminar», señalaba ayer a este diario, desde Australia.

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«Esta fue la experiencia de tenis más hermosa, increíble e intensa de toda mi vida», exclamaba Virgili, joven y al que todavía le quedan seguro muchas tardes de gloria en el tenis. Sin embargo, este estreno en el Abierto de Australia supone para el menorquín cumplir un sueño, muy agradecido a la Federación Italiana. «Fue posible gracias a ellos, que me pagaron absolutamente todo. Solo el avión ya costó 3.200€ y casi habíamos decidido no participar, hasta que me dijeron que tenía que hacerlo, que yo tenía la capacidad. Dudas y emociones, todo pasaba por mi mente, hasta el miedo de enfrentar un gasto tan grande y perder en la primera ronda de las clasificatorias», reconocía Virgili, quien supo, eso sí, torear toda esta presión. Fue aquí cuando sus padres le dijeron «que creían en mí, que tenía que vivir esa experiencia y que mis entrenadores me empujaban a ir».

Y es que Virgili era muy consciente de dónde estaba en este Abierto de Australia. «Solo pensemos que estaban los mejores jugadores del mundo, la mayoría ni entraba en la clasificación y muchos con méritos se quedaron fuera. Todos aquí muy fuertes, con una experiencia internacional envidiable». Un open y un país al que primero debió acostumbrarse y adaptarse, además de tener Top100 delante. «Hacía mucho calor, nos avisan para hidratarnos, estar a la sombra, usar protector solar y demás. Y no bastó, me dio una insolación incluso, con mareos y vómitos. Además del cambio de hora;llevaba 15 días en Australia y aún no pude dormir bien una noche», relataba Virgili. ¿El partido final? «Lamento que tal vez podría haber hecho algo más. Sin embargo, muy feliz de haber logrado ingresar al cuadro principal. Solo 64 jugadores en el mundo lo consiguen y además, ocho son WC que no entran por mérito ranking sino por invitación», cerraba.