David Herbera, promotor del Cranc Illa de Menorca Festival | R. P. A.

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Por fin llega uno de los eventos culturales más potentes y esperados del verano. Tras el espectacular arranque que supuso hace unas semanas el concierto de presentación a cargo de    Los Planetas en el ‘Principal’, el Cranc arranca mañana en el Mirador des Port de Maó con un aperitivo musical    a los platos fuertes que se servirán los días siguientes en la terraza de Es Claustre. Hablamos del festival con el menorquín Dani Herbera, codirector del evento junto a Esteve Torres.

¿Cuánto tiempo lleva organizar un festival como el Cranc?

—Digamos que es un proceso que nunca acaba. Cuando terminas un año ya estás pensando en la siguiente edición. Prácticamente trabajamos de continuo, con algunos picos de más intensidad, especialmente durante el último mes y medio. Hay que programar, buscar sponsors, trabajo de comunicación, búsqueda de financiación, definir el formato del festival...

¿Cuál es su filosofía y sello ?

—Apostar por grupos consagrados, en la medida de lo posible; pero también nos gusta el talento emergente. A mí me resulta más atractivo atraer a grupos que no son muy conocidos que llevar a grandes cabezas de cartel, que es lo que resulta muy fácil para festivales con mucho dinero, como podría ser un Mad Cool. Si tienes dinero fichar a los Foo Fighters les es sencillo. Pero para un promotor lo más atractivo es descubrir bandas emergentes.

En definitiva, una combinación de estrellas y nuevos talentos.

—Hay que tener en cuenta que de cara al público hacer solo un cartel de bandas emergentes no atrae a todo el mundo. Hay que llevar algún nombre que atraiga.

¿Cómo ha evolucionado el festival desde sus inicios? ¿Ha ido en la línea que pretendíais?

—Respecto al punto de partida hemos cambiado algunas cosas en función de la Isla y el público. Teníamos una idea inicial que intentamos llevar a cabo, pero se ha ido modificando. A mí lo que me gusta es el formato urbano, el poder hacer un festival dentro de una ciudad, con diferentes escenarios. Un poco como lo que sucede con el Monkey Week en España o el South by Southwest    en Estados Unidos, eventos en los que te encuentras con conciertos en cada rincón, bares, salas, en la calle… Ese formato me parece muy atractivo.

El Cranc arrancó como un festival en sala que evolucionó hacia el aire libre, con una edición antes de la pandemia en Cala Figuera. ¿Entra en vuestros planes volver a espacios semejantes cuando se pueda?

—Sí, es interesante que el público tenga como referencia del festival un punto concreto, como sucedió    con Cala Figuera y ahora con la terraza de Es Claustre. La realidad es que no descartamos apostar por nuevas ubicaciones, eso se verá con el tiempo. Hay espacios muy interesantes en la Isla; como por ejemplo Sa Vinyeta, donde Pedra Viva ha llevado algunos de sus espectáculos. Este año haremos el concierto de clausura en el faro de Cavalleria con Guillem Soldevila. Hay que buscar dentro de esas localizaciones especiales que tiene la Isla, no nos cerramos a nada. El tiempo dirá.

¿Cómo habéis capeado el obstáculo de la pandemia? ¿Ha cortado mucho la progresión?

—Dentro de lo que cabe estamos satisfechos porque hemos podido celebrar los festivales. ¿La progresión? Lo que hemos hecho es intentar abrir otras vías para el festival. Ya que no podíamos crecer presencialmente hemos apostado por hacerlo on line, con el Cranc TV, sección en la que tocarán 21 bandas, algunas internacionales, apostando mucho por el talento emergente. Y también por la escena local, entre todos esos grupos unos diez son de Balears. El apartado de las jornadas profesionales también ha crecido mucho este año.

¿Consideráis que el hecho de ser un festival pequeño os ha beneficiado en estos tiempos tan complicados?

—Nos afecta a todos, pero a nosotros un poco menos al ser un formato más reducido. Si tuviéramos en vez de las 300 personas de ahora 1.000 espectadores, que también sería un formato pequeño, nos iría mucho mejor con el mismo trabajo realizado. La idea es abrirnos a un público mucho mayor: estaríamos contentos con lo que ahora se conoce como ‘festivales boutique’, un formato en el que no solo se venden las bandas que tocan sino también el encanto de venirte a Menorca.

¿Os ha costado conseguir el respaldo del público menorquín?

—Su respuesta ha ido creciendo con el tiempo, aunque diría que se trata de un evento que es más conocido fuera de la Isla, donde tiene más repercusión. Pero por supuesto que estamos contentos con el público local, aunque nos gustaría estarlo más y contar con un respaldo más potente. El año pasado en torno al 60 por ciento del público era de fuera.

El festival arranca con prácticamente todas las entradas vendidas…

—Es complicado conseguir entradas. Para el viernes y sábado están agotadas, para el jueves sí que hay. La verdad es que para nosotros ya es un éxito.

Apostáis por la música local pero también internacional, como en 2019 con Temples. ¿Sigue siendo otro de los objetivos?

—Eso seguro. A nivel internacional este año solo tenemos a Javiera Mena, ya que AJ Dávila al final no ha podido venir porque no está recuperado del todo después de haber pasado la covid. Con las restricciones actuales es complicado traer a artistas de fuera.

Hasta ahora os habéis decantado por mayo y septiembre. ¿Qué calendario manejáis para el futuro?

—La idea es que la parte central siga en septiembre, pero también nos planteamos hacer otro festival en mayo. Actualmente estamos estudiando opciones, como la de celebrar un festival dentro de un hotel durante un fin de semana. Entre medias, durante el verano, también programaríamos diferentes fechas con conciertos. El propósito es alargar más el festival durante el verano.