El autor con su última novela en las manos.

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Graduado en Derecho, profesor, durante muchos años asesor y consejero en el Ministerio de Defensa y empresario, confiesa Enrique Navarro (Madrid, 1963) que ni en la escuela ni la Universidad demostró tener una afición especial por la escritura. Tras comenzar como colaborador de diferentes medios hace ya casi 30 años, principalmente con artículos relacionados con la política internacional, un buen día se puso manos a la obra con lo que él llama «una novelita». El libro en cuestión, sobre la presencia española en el sitio de Malta, se alzó en 1999 con el primer premio de Literatura Militar del Ministerio de Defensa. Tras un paréntesis, publicó «Cristóforo», finalista del Premio de Novela Histórica editada por Adarve en 2021.

Con la cuarta novela ya a punto de finalizar, acaba de llegar a las librerías «Destierro de Almas» (Círculo Rojo, 2022), una obra también de tintes históricos en la que aparecen elementos de intriga y que tiene una conexión menorquina. El hecho de que en 2001 viajara a Menorca como miembro del comité organizador del 200 aniversario del Almirante Farragut hizo saltar la chispa de una novela que viaja atrás en el tiempo, desde la actualidad hasta el siglo XVIII, en plena dominación británica en la Isla.

Menorca no está solo de moda en lo turístico, también parece que en lo literario. Y es que no son pocos los autores que recurren a esta tierra como escenario de sus historias. Navarro ahonda en el porqué de su elección: «Siempre digo que me gusta analizar momentos en la historia que son como de catarsis, que tuvieron una influencia enorme», argumenta. Y el tema de la soberanía británica en Menorca durante un siglo escondía para él una historia muy interesante, por el hecho de esa conexión que se produce entre la que entonces era «la sociedad más moderna del mundo con una sociedad rural aislada. Ese choque cultural me pareció fascinante», asegura.

Ese es el origen de «Destierro de almas». Lo que en un principio iba a ser otra novela histórica al uso giró hacia un nuevo espacio literario siguiendo un poco la senda de las novelas de crímenes de autores nórdicos. Un asesinato «sin lógica ni sentido» durante la celebración del aniversario de Farragut lleva al autor a sumergirse en una investigación cuyo hilo le hace regresar hasta la ocupación británica. El escenario, Menorca, se convierte en un personaje más, ya que como avanza el autor, a través de la lectura «también se puede conocer la Isla».

Navarro, que desde hace unos años reside en Toledo, «donde hago vida de provincias después de danzar por medio mundo», confiesa que la escritura en realidad es hobby, «una actividad creativa y de documentación, también divertida y en la que además aprendes y entiendes cosas nuevas».

Como por ejemplo le ha sucedido con Menorca, «una isla pequeña pero con cantidad de acontecimientos. Mi primera novela fue sobre otra isla, Malta, hay algo en ellas que me fascina, especialmente en las mediterráneas. Tienen una magia especial».

Cuando habla de sus referentes literarios, estos también tienen de alguna forma una conexión menorquina a través la figura de su admirado Albert Camus: «Me fascina la gente que es capaz de hacer una novela de cien páginas y decirlo todo, y él era brillante en el análisis psicológico de los personajes». También siente una especial predilección por la novela americana, y cita autores como Hemingway o Faulkner, escritores «que son capaces de escribir grandes historias de cosas sencillas».