La madrugada, con una temperatura más amable de lo habitual, animó a la gente a disfrutar por todo lo alto | (C)DAVID ARQUIMBAU

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Qué mejor forma de empezar un año que con alegría y buen ritmo. Y así fue como un buen número de menorquines recibieron el recién estrenado 2016 en plena calle. En el caso de Ciutadella, la celebración se adelantó medio día, con la segunda edición de las campanadas infantiles, un evento que lleva camino de convertirse en una cita obligada en el futuro a la vista de su gran capacidad de convocatoria. Y es que según apuntan los organizadores, la asociación comercial Ciutadella Antiga en colaboración con el Ayuntamiento, las gominolas preparadas para 800 niños en la Plaça de la Catedral no fueron suficientes. Seguramente, algo de culpa tuvo también el tirón del espectáculo programado del éxito de Disney «Frozen».

Buen ambiente el que se vivió también en ese mismo lugar en torno a la medianoche, y en gran parte gracias al empuje de los miembros del Punt Jove de la ciudad, empeñados desde hace un tiempo en que se recupere la tradición de tomar las uvas y brindar frente al reloj de la Catedral.

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En el caso de Maó, cuando faltaban diez minutos para las campanadas no había demasiado ambiente en la Plaça Constitució. Pero la gente no faltó a la tradicional cita de la medianoche, en un ambiente muy familiar. No obstante, la gran fiesta se vivió por todo lo alto después en la verbena amenizada por la Menorca Sound Machine y el DJ Kike Sastre en el Pavelló Municipal Padre Petrus.

El ambiente festivo se disfrutó igualmente en el resto de municipios, en una noche agradable (menos fría que otros años). Así, en Es Mercadal, como es costumbre, siguieron las campanadas a través de la televisión de la Sala Multifuncional; en Fornells hicieron lo propio frente al reloj de la Casa del Contramestre y en Es Migjorn Gran brindaron junto al Pla de l'Església, al igual que los vecinos de Sant Lluís y Es Castell, que lo hicieron en el Pla de Sa Creu y la Plaça Esplanada, respectivamente. Una noche intensa como preludio de un año repleto de buenos deseos.