Equipo. Pilar Florit, Nuria Pons y María Vidal, tres profesionales que han vivido toda la trayectoria de la UCI - Antonio Pons Contreras

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Nuria Pons Pons, diplomada en Enfermería, Pilar Florit Sintes, y María Vidal Mascaró, técnicas auxiliares de Enfermería, son las tres únicas personas que continúan prestando servicio en la UCI, desde que hace 25 años, el 15 de abril, comenzó a funcionar la URCE. Nuria llegó ex profeso de Son Dureta, en cuya UCI había trabajado. Pilar y María fueron designadas por la jefa de Enfermería del Hospital Verge de Monte Toro, Ana Martínez.
Pletóricas de vivencias durante dicha trayectoria, han sido las impulsoras de los actos conmemorativos de la efemérides. Se muestran muy ilusionadas y eufóricas con la conmemoración, al tiempo que la están celebrando con gran emoción, y han querido expresar sus sentimientos en respuestas colectivas.

¿Con qué talante os dispusisteis a iniciar el servicio?
Sentimos el lógico temor ante lo desconocido. Solamente Nuria tenía una cierta experiencia. Las demás íbamos a enfrentarnos a funciones nuevas, y esto nos preocupaba, lógicamente.

¿Realizasteis algún período de preparación?
Bajo la dirección de Ana Martínez efectuamos un cursillo de introducción y adaptación durante un mes, y su apoyo y estímulo fue muy eficaz para nosotras, y las compañeras iniciales, 8 enfermeras, y 6 auxiliares.

Comenzasteis con ilusión, ¿qué más aportasteis?
Gran sentido de responsabilidad. Teníamos conciencia de la gran importancia y exigencia del servicio, tan deseado por el personal y los usuarios de la Sanidad Pública en Menorca. Este sentido de responsabilidad se agudizaba por el número de personal-por las noches sólo quedaban de guardia una enfermera y una auxiliar- y porque los médicos, a partir de la jornada normal, sólo tenían presencia localizada, y no disponíamos entonces de la telefonía móvil actual.

Si os dedicarais a recordar anécdotas, seguramente sumarían muchas
Efectivamente, muy variadas, confortantes, unas, menos agradables, otras.
Una de las cotidianas era mirar las barcas de pesca, cuando a las 5,30 horas, salían del puerto, e igualmente la contemplación de los amaneceres y atardeceres, siempre tan sugestivos.
Recordamos como insólita que sobre una de las camas se posó un día una gaviota, que había entrado por la ventana.
Alguna vez tuvimos que reducir a pacientes que se mostraron agresivos, e incluso, nos golpearon.
Recordamos con gran satisfacción a muchos pacientes recuperados, incluso alguno de forma extraordinaria, como un hombre, perteneciente a una cofradía de Semana Santa, que "despertó" precisamente el día de Viernes Santo.
No podemos olvidar a los enfermos que permanecieron muchos días, incluso más de un año, en la Unidad,

Seguramente habréis llorado más de una vez
Ciertamente, cuando el paciente llegado presentaba alguna característica especial, como en el caso de un niño extranjero, que fue el único superviviente de un accidente de tráfico, en el que murieron sus padres. Nos afectó mucho tener ingresado durante bastantes días a un bebé, cuidado día y noche por su madre .El fallecimiento de los pacientes, y el dolor de sus familiares siempre nos impactó.

¿Qué supuso para vosotras la conversión de URCE en UCI,?.
Sobre todo la tranquilidad de contar con especialistas de cuidados intensivos, de servicio permanente. Disminuyó una parte de nuestra responsabilidad y desasosiego en la espera de los médicos.
Contrajimos, sin embargo, nuevas exigencias de trabajo, que acrecentaron el nivel cualitativo de nuestro servicio.

¿Cómo aceptasteis la noticia del traslado al Hospital Mateu Orfila?
Con sentimientos contradictorios. Nos dolía separarnos de la Unidad del Verge del Toro, de la que habíamos sido pioneras. Nos dolía también perder el emplazamiento de la misma, que nos proporcionaba contemplar nuestro maravilloso puerto, de noche y de día.
Pero también nos atraía la mejora de instalaciones que ofrecería el nuevo hospital, y las ventajas que conllevaría para los pacientes.

El traslado exigió una preparación especial…
Efectivamente, incluido el manejo de ordenador y su dominio informático. Anteriormente habíamos realizado también cursillos de reciclaje, a medida que lo requerían las necesidades del servicio.

Actualmente, ¿muy satisfechas?
Sí, porque los menorquines disponemos de una UCI, que, sin narcisismos ilusorios, puede compararse a la de los mejores hospitales españoles. Alguna vez añoramos el entorno sugestivo del antiguo emplazamiento.

¿Os habéis planteado alguna vez solicitar el traslado a otros servicios hospitalarios?
Nunca. Nos hemos sentido muy a gusto en la UCI, relacionándonos con los diversos doctores, y compañeras, que se han ido sucediendo en el decurso de los 25 años.
Hemos contribuido desde nuestras posibilidades a que el clima de relación interpersonal fuera el parecido al de una familia, en la que todos colaboran, según sus diversas responsabilidades, a la mejor eficacia del servicio.
Hemos compartido alegría festiva, desde aquellos sábados, en el Verge del Toro, en que Nuria nos obsequiaba con sus "coques del Forn Nou de Sant Climent", hasta las últimas cenas navideñas.

¿Desearíais jubilaros, siendo personal de UCI?
Sí, suponiendo siempre que nuestras facultades lo permitan, y lo estimen así los responsables.
Todos estos años de servicio en la misma forman parte muy destacada de la historia de nuestras vidas. Nos han marcado profundamente, y por esto hemos impulsado la celebración de la efemérides, en la que agradeceremos las atenciones de los sucesivos equipos de doctores, y el afecto de todas las compañeras y compañeros, que han compartido con nosotras la trayectoria del servicio en estos años.
Los 25 años trascurridos han significado para nosotras un progreso de maduración personal y profesional.