Pablo domínguez. El carismático sacerdote protagonista del documental - internet

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"No tenía ningún interés en conocer a ese cura... pero le conocí. Y a los doce días, se murió. Me podría haber olvidado de él para siempre... pero me picó la curiosidad... y luego he querido contarlo". Así introduce Juan Manuel Cotelo el documental "La última cima" que se proyectará, como preestreno, el jueves a las 20 horas en el Ocimax, una actividad organizada por el Foro Menorca, del grupo Editorial Menorca, que acerca Menorca a temas de actualidad, invitando al director de uno de los documentales de más éxito. Se ha proyectado en 77 cines de toda España y que estará en cartelera en Maó las próximas semanas.

El cura en cuestión era Pablo Domínguez (Madrid, 1966) que había anunciado que moriría joven y que deseaba hacerlo en la montaña, era alpinista. Su pronóstico se cumplió y fueron muchos los que lo lamentaron, más de 3.000 personas en su funeral de las que 26 eran obispos. Dicen de él que era un cura simpático, abierto, provocador, irónico, que transmitía. Se ordenó a los 24 años, era doctor en filosofía y teología, autor de siete libros, decenas de artículos y había ofrecido más de 50 conferencias. Sacerdotes, monjas y gente de todo el mundo le pedía que predicara ejercicios espirituales.

Su carisma natural le hacía muy próximo a mucha gente, era una persona cercana que decía las cosas de forma llana, "para creer en Dios hay que usar la cabeza" dijo en más de una ocasión. "La última cima" habla de Pablo, de los sacerdotes, pero también de la muerte y del sentido de la vida. Pablo murió en el Moncayo, la última cima española que le quedaba por conquistar y sus últimas palabras por teléfono hacia sus familiares fueron "he llegado a la cima".

Juan Manuel Cotelo, director de la película documental, es también todo un personaje, su presencia en Maó no dejará indiferente al público asistente. En el preestreno anunció, "Con esta película se va a producir un milagro que consiste en que habéis entrado en la sala como espectadores, pero el mundo de hoy no necesita espectadores sino activistas. Y vosotros vais a salir de aquí como activistas. Activistas del amor de Dios". Cotelo utiliza dosis de provocación también en su documental, porque asegura que si no nadie querría saber de la vida de un sacerdote bueno que hizo el bien, y lo hace con imágenes, animadas, que captan la atención del espectador desde los primeros segundos de la proyección que tiene una duración de 82 minutos.