Fernández. El diputado de las CUP participó el sábado en un encuentro con Joves per Menorca - Paco Sturla

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Una de sus últimas intervenciones en el Parlament catalán ha sido de lo más comentado en las redes sociales. David Fernández, diputado de la CUP (Candidatures d'Unitat Popular), llamó 'ladrón' al ex presidente de Catalunya Caixa Adolf Todó.

Es una muestra del estilo contundente y claro de la formación independentista, que en las pasadas elecciones consiguió tres representantes. Sin corbata y con las ideas muy claras, Fernández es ahora mismo el segundo líder político mejor valorado de Catalunya. Este fin de semana ha participado en un acto con Joves per Menorca.

Dice usted que es la hora del pueblo. De acuerdo, pero ¿cómo motivar a este pueblo para que actúe?

Hay que ser conscientes que durante demasiado tiempo hemos mantenido un silencio muy parecido a la complicidad. Lo que ha hecho fallida con esta crisis es la ética y los valores

¿El pueblo ya ha despertado?
Afortunadamente al largo de la historia hay mucha gente que ha luchado. De esta crisis, o salimos más libres o se profundiza la dictadura financiera de los mercados, la vía del colapso planificado del sistema de pensiones públicas, etc.

¿Cómo ve el sistema desde dentro alguien que desde fuera lo ha criticado tanto?
Estamos en un terreno que no es el nuestro. Esto es como Matrix, debemos tomarte siempre la pastilla porque la realidad del poder y la de la gente son totalmente antagonistas y están muy alejadas. El Parlament manda menos de lo que se cree, y que da la espalda a la gente y a la realidad social. El poder, de cerca, es peligroso, pero nosotros somos un caballo de Troya. Tenemos nuestra confianza depositada casi exclusivamente fuera del Parlament, en la fuerza de la gente y de los movimientos sociales.

¿Es usted el bicho raro del Parlament?
Así me ven, sí. Utilizan todos los tópicos y todos los estigmas, pero en cuestión de segundos se les caen. Ven que somos gente que trabajamos, que estudiamos y que queremos lo mejor para el país. Pero es verdad que cuando hablamos parece que no nos entienden, porque nosotros utilizamos el lenguaje de la realidad de la calle.

¿Su lenguaje contundente molesta en el Parlament? Por ejemplo, el otro día usted llamó ladrón al responsable de una entidad financiera.
No sé si molesta, pero como mínimo no están acostumbrados a que les digan las cosas claras. En el caso de Adolf Todó, lo que me extraña es que nadie antes le hubiera calificado de ladrón. Es una prueba más de la distancia entre la ciudadanía y los políticos. La política que se practica hoy es antigua, caduca y que solo contenta a los poderes fácticos.

Da la sensación que el proceso hacia la independencia de Catalunya se ha ralentizado...
A según qué sectores les interesa vender que esto es así, que lo de la independencia fue un calentón, un souffle que ahora baja. Detrás de esta opinión hay intereses económicos y políticos, de gente que quiere volver al punto del pacto fiscal y estas historias. Ahora bien, el protagonista central de este proceso es la gente. Si se adelantaron las elecciones no fue porque lo quiso un gobierno PP-CiU, sino porque un millón y medio de personas desbordaron la calle. Pero también creo que la Assemblea Nacional Catalana ha pasado la vara de mando del proceso al presidente de la Generalitat, y actúa más como almohada del gobierno que no como elemento tensor que recuerde constantemente que se convocaron unas elecciones para conseguir una consulta que nos lleve a la independencia. El protagonismo debe seguir siendo de la gente, y de hecho hay mucha vitalidad e ilusión en la gente. Eso, a pesar de que al poder no le gusta que la gente se organice por su cuenta y recupere el protagonismo político. Este proceso solamente seguirá adelante con la implicación de la gente. Sino, no nos vamos.

¿Qué cree usted que debe hacer Balears en este proceso?
Lo que quieran los ciudadanos de Balears. Ahora, mi deseo es que en un tiempo más bien corto nos encontremos en un proyecto compartido y confederal.

¿Qué es más importante, tener un país o tener justicia social?
Una cosa sin la otra no tiene sentido. Son nuestras dos patas, sin una de ellas andaríamos cojos. La independencia no es bajar una bandera e izar otra.

Pues a veces parece que en Catalunya sí se avanza hacia la consulta, pero no tanto hacia la justicia social.
Debatir la independencia es debatir qué modelo de país quieres, qué modelo económico, qué sector público... Esto se está debatiendo, y el 70 por ciento de los que en las encuestas dicen querer la independencia se declara de izquierdas. Esto significa un país nuevo, un modelo nuevo. Los problemas de Catalunya no nacen solo del trato injusto desde Madrid. Tenemos una oligarquía y una élite que también nos perjudica. El objetivo real de la independencia es recuperar la soberanía económica, política y popular.

Hay quien parece vender que con la independencia se arregla todo.
Hay quien solamente habla de independencia para no hablar de crisis, como Convergència, y hay quien solo habla de crisis para no hablar de independencia. Nosotros hablamos de independencia para salir de la crisis, y cuando afrontamos la crisis es para hablar de independencia. Queremos independizarnos del Estado español, pero también de los mercados financieros y de nuestra propia oligarquía. La independencia es la oportunidad de hacer un país más libre, y si el país no es más justo, no será más libre.