El monumento más visitado. María del Mar Villafranca es directora de la Alhambra desde 2004 - MMV

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PERFIL. Considerado, en los últimos cinco años, como el monumento más visitado en España por delante del Museo del Prado o la Sagrada Familia, la Alhambra de Granada es uno de los símbolos de nuestro país, el primer monumento español que la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en 1984.

El año próximo, pues, se cumplirán 30 años de este nombramiento cuando, la Menorca Talayótica todavía está alumbrando su propia candidatura. Es por esta razón que se ha querido invitar a María del Mar Villafranca, directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife desde julio de 2004, al próximo Foro Menorca Illa del Rei. Villafranca, Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Granada en 1994, Premio Extraordinario de Doctorado en 1995, es también miembro del Consejo Ejecutivo del Museo Picasso de Málaga y Vicepresidenta de la Fundación Rodríguez Acosta de Granada.

Ha impartido clases en diversas universidades y centros de estudios europeos y es autora de numerosos libros y artículos especializados en Patrimonio y Museología en revistas, catálogos y otras publicaciones periódicas. Es también invitada regularmente a participar en numerosos congresos y seminarios nacionales e internacionales dedicados a la cultura y al patrimonio.

¿Qué es lo que hace que la Alhambra sea uno de los monumentos más visitados de nuestro país?
Creo que tiene que ver, quizás, por ser el único palacio medieval de su época que se haya conservado. Esto hace que tenga una excepcionalidad en el mundo occidental, un valor que no poseen otros monumentos porque no está devaluado ni suficientemente transformado para que pierda su originalidad de único y excepcional.

¿Qué influencia cree que tiene el hecho de ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO?
No es solo estar en una lista, que ya de por si lo distingue en forma por tener el valor que tiene, sino que también es un compromiso que adquieren los Estados, en este caso España y, en especial la comunidad autónoma que lo promueve. Se trata de un patrimonio que tiene un componente local y que con UNESCO, pasa a ser global. Ese compromiso hace que busque también un equilibrio, un atención para no dejar de formar parte de la gente del territorio, pero en una dualidad para ayudar a su desarrollo, y sobretodo, una posibilidad de desarrollo.

¿Se puede hablar de un antes y un después?
Yo creo que si. Todos los lugares que han pasado a formar parte de Patrimonio de la Humanidad han tenido que trabajar duro, han tenido que hacer un ejercicio de responsabilidad, de compromiso para asumir que ese bien tiene que ser conservado. Es un elemento fundamental porque todo foco que se le ponga al patrimonio es bueno y cualquier candidatura que se inicie, ya tiene un sentido para lo que representa en protección, conservación y difusión del bien. Cuando se logra, no es el final de un trabajo sino de comienzo de otro, ya lo veréis.

¿Cuánta gente les llega?
Nosotros llevamos varios años que tenemos unos numerus clausus, es decir, un aforo limitado de visitas al día y al año que en estos momentos supera los 2 millones de visitantes al año. A parte, habría que sumar la contabilidad de visitas de todos los programas culturales de la gente que hace una visita mas cualificada o participa de una actividad pero sin entrar en la Alhambra. Sumando estas dos cifras, estaríamos en los 4 millones de personas.

¿Cómo se desarrolló todo el proceso hasta llegar a su nombramiento?
Hay que distinguir varias etapas dentro de los distintos países. España firmó la convención de la UNESCO en 1982 y dos años mas tarde, la primera candidatura que presentaba era la Alhambra. En aquel entonces no era un proceso tan largo sino que parecía obvio que una serie de monumentos muy significativos de nuestro país, fueran Patrimonio de la Humanidad. Además, en el caso de la Alhambra, coincidió ese mismo año que en noviembre de 1984, se transfirieron las competencias de cultura a la comunidad autónoma y pasó a ser un organismo autónomo. Esto fue un hecho muy importante, políticamente bien defendido, que ahora forma parte de la historia moderna de la gestión de este monumento público.

¿Qué dificultades llegan el día después del nombramiento?
Sobre todo, es el compromiso de lograr que la autenticidad y la integridad, sean elementos claves en todos los procesos de trabajo de la gestión de ese monumento. La conservación, en la visita pública, en su propia difusión. El hecho de ser un lugar declarado por una serie de criterios que establece la convención y adaptar esos criterios a los valores del monumento (en total son siete y la Alhambra fue declarada por 3) sin perder la naturaleza intrínseca de lo que representa para los habitantes del bien, para que no se sientan expulsados del mismo. Es un conflicto que siempre se produce y hay que extender caminos para que los habitantes, no piensen que su patrimonio identitario, por el que ellos se identifican, pase a formar parte del mundo del turismo y abandone la parcela social. Es un trabajo continuo de equilibrio entre todos. En la Alhambra, por ejemplo, es un lucha continua de sus programas culturales y de gestión por la fortaleza de un lugar de los granadinos, para que no lo sientan un lugar lejano y dejen de participar.

¿Cómo se lleva a cabo el programa de cuidado y gestión de la Alhambra?
Cada bien es único en si mismo y debe encontrar las respuestas basadas en un buen diagnostico. Tenemos un plan director que se aprobó en 2007 y que tenía un horizonte hasta 2015, pero que se ha prorrogado hasta 2020 por temas económicos y de presupuesto.

Tenemos, pues, un plan director que asume una serie de ejes estratégicos, basados en la trayectoria de gestión de la Alhambra referidos a los aspectos de la preservación y conservación así como sostenibilidad y uso público del monumento. Además, se añaden dos miradas nuevas como valoración de su paisaje cultural y su participación en la sociedad de la información y el conocimiento.
Todos estos ejes engloban 154 medidas que se están desarrollando con distintos niveles y prioridades. Sin duda, es clave contar con un plan de gestión y desarrollo, no para guardar en un cajón sino para tener como herramienta de trabajo, evaluándose todos los años para poder tener un norte y saber ordenar.

¿Qué planes de trabajo e inversión realizan para mejorar la visita?
En el monumento, las inversiones tienen que ser continuas. Evidentemente, se necesitan recursos y es imprescindible tener estas inversiones en el horizonte, sean pocas o muchas. Es una manera de garantizar la conservación preventiva de los monumentos. En la Alhambra, por ejemplo, acabamos de incorporar unos puntos táctiles por el que hemos querido hacer más accesible el monumento a todas las personas. No estoy hablando solo de acceso para discapacitados sino para que el visitante pueda entender mejor el monumento en todos sus materiales y formas. Al mismo tiempo, estos puntos táctiles sirven para que el público pueda tocar físicamente algo y deje de tocar el monumento, ya que es un problema que afecta seriamente a su desgaste y su progresiva pérdida de estructura original. En este sentido, hemos querido aprovechar para recordar a los visitantes que nos ayuden a conservar el monumento.

¿Qué control se lleva por parte de UNESCO?
LA UNESCO tiene establecidas una serie de pautas de trabajo a través del Ministerio de Cultura, que reúne periódicamente a todos los gestores y nos traslada las distintas orientaciones y precisiones. Últimamente se ha hecho una puesta al día de los expedientes de declaración porque hay bienes que han sido declarados en distintos momentos y la evolución del patrimonio ha sido distinta.
Ahora también se ha iniciado por parte del Ministerio de Cultura en coordinación con las comunidades autónomas, lo que se denominan revisiones periódicas, con un guión de trabajo y unas reuniones con un responsable que se encarga de coordinar la puesta al día y el chequeo del estado de conservación de todos los monumentos, su puesta en valor y difusión.

¿Qué está sucediendo con la gestión del barrio del Albayzín, reconocido también por la UNESCO?
No corre peligro para perder su condición de patrimonio de la humanidad, pero si que es verdad que gestionar un barrio histórico de la ciudad, no es lo mismo que gestionar un monumento que pese a tener una gran extensión, es de propiedad única y se favorecen la toma de decisiones. En el caso del Albayzín no nos olvidemos que es el origen de la ciudad con una serie de relaciones de dependencia ya que está habitado. Después de unos años de convenios, nos hemos propuesto, recientemente, hacer un documento que aproveche las sinergias de las visitas a la Alhambra y que se puedan hacer proyectos de inversiones comunes con decisiones valiente. Sumar esfuerzos para dar visibilidad de una patrimonio, que tiene sus matices por ser una ciudad histórica donde la gente vive.

¿Se están beneficiando de un turismo cultural que antes no tenían?
Sin duda. Granada es un referente cultural y la Alhambra le pone ese sello de distinción que no apela a ningún convencionalismo religioso ni de país, sino que es un bien muy valorado y que pertenece a una ciudad que posee unos valores extraordinarios históricos. Sin embargo, Granada no ha tenido una historia urbanística modélica y pese a todo, conserva retazos históricos en los que la Alhambra ha contribuido a ser una ciudad de interés cultural.

¿Cómo ha sido la implicación de los granadinos?
Cuando se han hecho aproximaciones sociológicas de los granadinos hacia el monumento de la Alhambra, siempre ha surgido una tensión ya que por un lado, se sienten orgullosos y identificados por algo que es excepcional, pero hay que reconocer que todo ese moderno desarrollo del turismo, y que nada tiene que ver con la declaración de la UNESCO sino con la propia evolución social de nuestras regiones, puede hacer que se sientan turistas en su ciudad. En este sentido, una de las obsesiones del equipo de la Alhambra es romper con esa inercia para que el granadino encuentre siempre un motivo para venir a la Alhambra.

Nosotros pedimos que el granadino suba a la Alhambra, porque el bosque de la Alhambra, que es la mayor área verde, no puede ser una pantalla. En verano, por ejemplo, desde hace doce años cuando se termina el festival internacional de música y danza de Granada, tenemos un espectáculo que suma Lorca, flamenco y la Alhambra para que las noches de verano se puedan disfrutar.

¿Y las administraciones se han implicado siempre?
Tengo que decir que la Alhambra ha sido afortunada porque nunca nadie ha cuestionado su necesidad de recursos. En este sentido, es un valor del monumento el hecho que sea del Estado pero se hayan transferido las competencias a la comunidad autónoma y que en el organismo autónomo esté también representado el ayuntamiento de la ciudad, la universidad de Granada por sus implicaciones de investigación así como la sociedad civil que a través de sus patrocinadores, tienen voz pero no voto.

¿Que representa para usted esta candidatura de la Menorca talayótica?
Esta candidatura es fundamental, no solo por el reconocimiento patrimonial de una cultura única y excepcional, sino porque en el propio proceso que se está trabajando, hay un componente de participación que puede ser muy positivo para Menorca, una vez se haya conseguido. Hoy en día, los bienes culturales no son nada sin un vinculo de la sociedad que los rodea. Se necesita participar de ellos, de una filosofía, de un compromiso como comentaba antes.

¿Qué recomendaciones haría a Menorca en su camino hasta 2016?
Que acierten con la formula de gestión, que mantengan el compromiso de trabajar con una visión integral sin fragmentaciones porque me consta que algunos monumentos están en propiedad privada y por lo tanto, que no se pongan en riesgo por decisiones incorrectas.
Proteger al monumento no es momificar el lugar, sino hacer participar activamente de su conservación con una concienciación de la gente que vive allí como de la que venga a visitarlo. Había un psicólogo que estudió mucho la historia del arte y que decía que los lugares se hacen nuestros cuando son aprehendidos, es decir, cuando los incorporamos a nuestra vida como parte de un deleite, de un disfrute.