Como la mayoría de los menorquines en el norte de Europa, Eric añora el sol, aunque aprecia los encantos de esas tierras y aprovecha para conocer nuevas ciudades

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Hace más de una década que una película hispano-francesa, «L'Auberge espagnole» o «Una casa de locos», como se comercializó en nuestras salas, retrató y popularizó lo que significa el Programa Erasmus. El choque de culturas, de idiomas, de los jóvenes estudiantes europeos que conviven y que superan esas barreras, cuestionando los tópicos con los que han crecido sobre las distintas nacionalidades de la Unión.

Desde que se creó en 1987 el programa ha permitido, mediante la concesión de becas, la movilidad de millones de estudiantes y lo que es más importante, avanzar en su objetivo original: la cohesión y el conocimiento mutuo.

Las generaciones Erasmus, entre las que se incluye Eric Pons Pons, difícilmente podrán olvidar ese año que vivieron en el extranjero.

Nacido en Barcelona, aunque a los pocos días de vida ya estaba en Maó, Eric volvió a la Ciudad Condal para estudiar, pero ahora mismo su campus está un poco más lejos, en la University of West of England, donde realiza el tercer curso de carrera.

¿Cómo está siendo su experiencia Erasmus?
- Positiva, en los estudios y el conocimiento de idiomas, porque mi inglés tampoco era de un nivel elevadísimo cuando me fui y es fascinante cómo, ya en las primeras semanas, mejoras y empiezas a captarlo todo; y también en lo personal, porque me ha dado la posibilidad de conocer muchas maneras de hacer y de pensar.

¿Y era lo que se esperaba o había oído contar?
- Bueno yo fui sin ideas preconcebidas, siempre hay de todo en todos sitios, gente que te ayuda o que pasa de ti. Además, tampoco había estado antes en el Reino Unido, así que además de completar los estudios, aprovecho al máximo para conocer Bristol y otras ciudades, de momento he podido visitar Londres, Cardiff y Bath, que me gustó mucho.

¿Cómo es la vida de un estudiante extranjero en una universidad británica?
- Yo vivo en el campus, por comodidad, para tener todo más cerca, me pareció que era lo mejor. Creo que debemos ser unas 1.500 personas las que vivimos en el campus universitario, que está a las afueras de Bristol y es donde paso la mayor parte del tiempo. Hay bloques de viviendas y en cada piso vivimos seis personas, con nuestra habitación y baño y luego están las zonas comunes. Durante este tiempo ya he conocido aquí a otros estudiantes españoles, alemanes, franceses e italianos becados por el Programa Erasmus; y también hay alumnos de otros programas internacionales, incluso de China o Malasia.

¿Ha notado diferencia entre sus dos centros y los profesores, en contenidos o en metodología? ¿Cómo es una clase?
- Pues sí, son clases muy diferentes a las que hacía en la universidad en Barcelona. En primer lugar, aquí hay días que tenemos menos horas dentro del aula, pero dedicamos mucho más tiempo a buscar y ampliar conocimientos nosotros mismos. Tenemos clases presenciales para la teoría y grupos reducidos en los que analizamos casos prácticos. En realidad, la carrera es más práctica que en España y también hay más trabajo que hacer en casa.

Es otro sistema de enseñanza superior...
- Sí y creo que te hace ser más activo y participativo, se genera más debate en clase y hay más opinión, en general es menos estático que el método de mi universidad en Barcelona, menos monótono. Los profesores se centran también mucho en los autores de los textos que comentamos y estudiamos, les dan mucha importancia. La biblioteca de esta universidad siempre está llena, no solo en la época de exámenes, y sí noto que los alumnos son inquietos y ambiciosos.

Hace unos meses la continuidad de las becas Erasmus estaba en peligro, con problemas de financiación que, finalmente y al menos por parte de la Unión Europea, se han resuelto ¿cómo se vivió el problema en su comunidad de Bristol?
- Fue muy comentado, hay gente que se sustenta mucho en la beca, y estaba asustada, porque cuentas con ese dinero y si después no llega...puede peligrar el curso; en teoría no deberíamos tener problemas, en mi caso he percibido ya el 80 por ciento de la ayuda y lo último que se ha dicho es que cobraríamos el resto, supongo que mis compañeros también. Esperemos que los que vengan detrás también puedan tener esta oportunidad, porque es única.

España es uno de los países que más universitarios envía fuera, ¿cree que todavía es más asequible la formación superior en nuestro país?
- En nuestro caso esa es una de las ventajas que tenemos, aunque no sé si en otros países pasa lo mismo, pero pagar la matrícula en la universidad española a la hora de hacer un Erasmus es beneficioso, porque si su precio ronda los dos mil euros, en el Reino Unido por ejemplo puede ser mucho más cara; en la universidad en la que estudio ahora puede llegar a unas nueve mil libras.

Es un precio privativo...
- Muchos estudiantes lo que hacen es solicitar un crédito, que pagan después cuando empiezan a trabajar. Es lo que hacen la mayoría de los estudiantes británicos y norteamericanos, también algunos españoles que están allí, en diferentes programas. Así que lo malo es que después ya comienzan su vida laboral endeudados. Si nuestras matrículas suben más, muchos no podríamos salir.

El programa también carga con algunos mitos como el de la fiesta constante, pero en realidad surgió para generar una conciencia europea, ¿cree que cumple ese objetivo?
- Yo diría que sí, que lo cumple, esta experiencia te ayuda a romper tópicos y clichés, a mi me ha ayudado a ver que nadie es igual, y espero que también a otros compañeros extranjeros les haya ayudado a romper los clichés sobre nosotros.

Creo que se deberían mantener las aportaciones al Erasmus e incluso incrementarlas, aunque pasemos por malos momentos económicos, al fin y al cabo, la educación es un pilar fundamental de cualquier Estado y es básica para hacerte crecer como persona y unir a los europeos.

¿Qué es lo que más le gusta de Bristol por el momento?
- Es una ciudad que tiene su encanto, al menos el centro, que es lo que más he visitado. Me gusta su arte callejero y un autor concreto, Banksy, que se dice que es oriundo de allí y hay una pequeña ruta para ver sus obras, que tienen mucha carga de ironía y crítica social. Aunque en realidad estoy más en el campus.

¿Cómo se plantea su futuro? ¿Se ve regresando a Menorca y buscando un empleo en la Isla?
- Todavía no me he planteado volver ni sé aún muy bien qué dirección tomar después de esta experiencia. Puede que estudie Economía para acabar de completar mi formación, pero no está decidido. Tampoco sé si tendría futuro profesional o no en Menorca, de momento me gustaría pasar unos años fuera, viajar, conocer otras maneras de vivir..., aún no tengo un objetivo bien definido.

¿Qué es lo que más ha añorado estos meses viviendo en el Reino Unido?
- Lo que más se echa de menos es ver el sol. Bristol es una ciudad fresquita, con una media de cinco o seis grados y a menudo también pega el viento, como en Menorca. Así que cuando un día te levantas y ves el sol y la luz, es como que ya empiezas con más energía.