Francesc Castellà junto al buzón, vacío, de su casa. | Javier Coll

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Francesc Castellà sufrió un ictus y aún sufre las secuelas, con una pérdida de movilidad que limita muchas de las actividades de su vida cotidiana, como conducir. Reside en Cala Llonga y desde el pasado junio no recibe ni una carta ordinaria en su buzón, ni siquiera las notificaciones del banco: es uno de los vecinos afectados por la implantación del sistema de reparto postal mediante buzones concentrados que aplica Correos en las urbanizaciones.

Con el agravante de que Cala Llonga tampoco dispone todavía de los buzones pluridomiciliares en su zona, así que ha desistido de recibir cartas, revistas a las que estaba suscrito e incluso ha solicitado al IB-Salut que cualquier notificación sobre su atención médica se produzca vía mail.

Sin posibilidad de acudir a la oficina de Correos de la calle Bonaire en Maó y sin buzones en una de las urbanizaciones con más residentes fijos de la Isla, Castellà se lamenta del abandono que él y otros vecinos de Cala Llonga sufren en lo que se refiere al servicio de reparto postal.

Por su parte, la central de Correos informó ayer de que se comunicó a los vecinos que se dejaría de prestar el reparto ordinario casa por casa y de que son los propios vecinos los que deben costear la instalación de los buzones concentrado.

«Eso no ha sido así en Canutells», discrepa Castellà, «allí la obra para instalar los buzones la hizo Correos». Asegura que como él están el resto de los vecinos del Camí de sa Falua, en Cala Llonga,y que piensan movilizarse.

Por su parte Correos señala que hasta que se instalen los buzones concentrados los vecinos pueden recoger sus cartas -en un plazo de 15 días- por la oficina de Maó.