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Los tres usuarios alojados estos días en la Casa de Acogida de Ciutadella se pasaron la Nochevieja encerrados, sin uvas ni turrón, ni posibilidad de seguir el festejo a través de televisión. Según relatan, el reglamento del centro les obliga a regresar a diario antes de las diez y media, ya que a esa hora se cierran las puertas, y no se hizo excepción alguna durante la última noche del año. «Nos habría gustado salir al menos hasta la medianoche, para celebrar el cambio de año y tomarnos las uvas como el resto», se queja uno de los afectados, que lamenta no haber podido festejar así la llegada de 2015 «de un modo especial».

No es su única queja. Estas últimas semanas, de intenso frío y lluvia, tanto él como sus compañeros han tenido que refugiarse en la biblioteca, ya que se les impide permanecer en la Casa de Acogida entre las nueve de la mañana y las siete y media de la tarde. «Deberían permitirnos volver, ni que fuera hasta que amainara un poco la situación», arguye.
Además, mientras saca del bolsillo la ración diaria de fruta, queso en porciones y atún, lamenta «que no nos dejen comer caliente. Tenemos un microondas, sí, pero no podemos cocinar. ¿Cómo vamos a estar bien de moral, en estas condiciones, para luego levantarnos a buscar trabajo?».

Las quejas de los usuarios eran desconocidas hasta ayer por la concejal de Servicios Sociales, Francisca Marquès, quien dice «no haber tomado medida alguna para hacer más restrictivo el horario. Al menos, no he dado ninguna orden en este sentido», subrayó, e invitó a los alojados «a dirigirse a la edil o la responsable del servicio antes de acudir al diario. No sabía que pudieran sentirse mal atendidos», dijo Marquès, quien recordó, no obstante, que el de la Casa de Acogida «es un servicio asistencial, no a la carta».