Eyetok permite disfrutar de experiencias ajenas en directo a través del teléfono. | A.R.

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Hace ocho años, Bruno Saguer decidió abandonar el mundo de la consultoría tecnológica para montar una agencia de publicidad enfocada a los nuevos medios junto a su amigo Oskar Vidal Larsson. «Él era la parte creativa y yo la parte de gestión», explica este ingeniero industrial de Barcelona, que hasta el próximo 24 de junio estará en S'Algar como participante del programa Menorca Millennials, un campus de verano donde conviven una veintena de las mejores start-ups tecnológicas del mundo.

Dos años después, un cliente de la agencia les encargó una campaña de comunicación para celebrar la inauguración de su tienda on line, y a ellos se les ocurrió una idea arriesgada: ¿por qué no colocar ese día una cámara de video sobre la cabeza de una dependienta en alguna de sus tiendas físicas, de manera que el comprador on line pudiera seguir en vivo y en directo un simulacro de su compra en la web? «Era una forma de dar valor al acto invisible de clicar y comprar», comenta Saguer.

Al final, el cliente no se atrevió a llevar a cabo su idea, pero Saguer y Larsson siguieron dándole vueltas al proyecto de crear una plataforma que permitiese ver y compartir videos en streaming , es decir, contactar en directo con otros usuarios que estuvieran filmando desde su móvil, y poder interactuar durante la transmisión.

«Además, nos dimos cuenta de que también nos serviría a nosotros: los dos practicamos surf y windsurf, y entre los aficionados a estos deportes muchas veces nos estamos enviando videos sobre el estado de las olas para evitar tener que desplazarte con el coche hasta una playa en vano», comenta Saguer mientras se pone el sol en S'Algar.

De esta forma acabó naciendo Eyetok, una plataforma on line que permite desde cualquier smartphone filmar y compartir un video en directo, a tiempo real. «También permite interactuar con otros usuarios de Eyetok, como si fuera una red social, o compartir el video directamente en Facebook o Twitter», explica Saguer, haciendo una demostración en su smartphone mediante la cual retransmite nuestra entrevista en tiempo real a sus amigos y seguidores.

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La idea es muy simple y global: «Cualquier smartphone es una webcam o canal de televisión con piernas, puede enseñarnos en tiempo real lo que está sucediendo en cualquier lugar», aclara Saguer.

En total, los dos socios han invertido cerca de 180.000 euros en el desarrollo de la plataforma tecnológica, disponible de momento para iPhone, y ahora su objetivo es levantar cerca de 300.000 euros de capital para poder expandir el negocio y dar a conocer el producto entre potenciales usuarios.

El emprendedor está convencido de que Eyetok tiene salida como herramienta de «periodismo ciudadano» y para aquellos medios de comunicación que necesiten generar contenido on line y que no dispongan de una cámara de televisión en el lugar de la noticia. El pasado febrero, los fundadores presentaron Eyetok en el Mobile World Congress (MWC), en Barcelona, y despertaron el interés de otros sectores, desde seguridad y vigilancia hasta el Inmobiliario. «La aplicación te permite realizar un pre-tour virtual de la vivienda, sin necesidad de desplazarse para verla», comenta Saguer.


Otros sectores que planean explorar son el del deporte y el de los festivales de música, como el Sonar, con cuyos responsables ya han iniciado conversaciones para que los asistentes utilicen Eyetok para enviar videos en streaming de los conciertos».

«Nuestro objetivo es escalar a nivel mundial», insiste Saguer, convencido de que el futuro de las comunicaciones está en el video: según un informe de la consultora americana Gartner Group, en el año 2017, el video streaming será el nuevo selfie. En el mercado ya existen algunas aplicaciones de videostreaming, como Meerkat o Periscope, adquirida el pasado marzo por Twitter por 100 millones de dólares. Pero Eyetok tiene una cosa única, y es que además permite contactar usuarios identificados en un mapa, y pedirles que retransmitan en directo lo que queremos ver. «Cuántas veces hemos pensado: ojalá estuviera allí para verlo con mis propios ojos?», concluye Saguer.